Tome usted dos agujas de punto o de ganchillo, una aspiradora de pilas e introdúzcalas en su bolso.
Diríjase al alma mater del futuro ministro, el ministerio.
Póngase ante sus puertas. Ábralas con decisión y de par en par, son flexibles.
Entre sin miedo. El vestíbulo es cálido, oscuro y húmedo, bastante alargado.
Verá al punto dos escaleras vagamente helicoidales, a izquierda y a derecha. Tome la de la derecha. Es estrecha, larga, sinuosa y empinada.
Terminará frente a una salita de formas vagamente esferoidales, lo que podrá comprobar por la forma exterior de la pared. Fuerce la cerradura de su puerta con una de sus agujas de punto. Históricamente hablando es este un instrumento multiuso. Como las hoces y las guadañas también puede servir para ejercer el libro albedrío, de verse obligados a ello. Déjela allí atravesada.
Pase adentro. Verá una habitación pequeña, caliente y confortable. En el centro observará un sillón gestatorio.
El ministro en incubación es un pequeño esferoide rojizo y de aspecto trivial. Lo encontrará adherido con firmeza al terciopelo del asiento. Esta es una característica invariable de su especie.
Tome la segunda aguja de punto y pinche la forma. Verá como salen de ella decrétulos, ordénulas y mandátulos aún sin preformar.
No titubee, no se agobie, en esta fase el zigoto del futuro mala sombra no tiene todavía uso de sinrazón, no ha aprendido a concatenar desordenamente, a concluir de antecedentes que no se siguen, a mezclar churras con merinas, a firmar y ni siquiera a empezar a jugar con liberticidios, tan propios de la infancia, en particular los de la infancia democrática.
Quítese también de la cabeza esa fábula de que, sin embargo, ya está impregnado del élan vital de la sacra estatalidad. Es propaganda de parte. Y ni siquiera está aforado todavía, el mandocantano.
Saque el aspirador del bolso. Acciónelo y aspire con cuidado hasta dejar impoluto el suave terciopelo del sillón. Guarde de nuevo la aguja y el aspirador. Salga de la habitación. Recupere la segunda aguja de la cerradura. Guárdela igualmente, podría necesitarlas más veces.
Cierre la puerta y deshaga el camino andado. Salga a la calle y a la luz de la razón.
Diríjase de seguido a la sede de la firma Constitución, Derechos & Asociados y presente su factura por el trabajo. Si pusieran dificultades, hágase acompañar de algunos millones de personas. Esto agiliza los trámites de forma invariable.
Cóbrela y no omita ingresar el impuesto que esta devenga en una sucursal cualquiera de la acreditada comercial Del César & Del César. Cuenta con oficinas en todas partes.
De esta manera pagará la tasa para ejercer sus derechos, y reclamarlos, este como tantos otros, esos mismos que ha demostrado usted exigir, saber ejercer y conservar.
Disfrute de su recuperada libertad.
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