lunes, 30 de septiembre de 2013

No cayeron...

Diario El País, domingo 29 de septiembre de 2013



El titular es correcto, está bien redactado, no sobran ni faltan comas, sujetos, verbos y complementos caen donde deben y todos los sistemas parecen estar listos para el despegue, ¿el de las alas?

Peeeero.... es de terror, tal vez por causa de la precipitación, barrunto.

Y es que a los titulares sobre aviación la palabra caída no suele caerles bien. Simple cuestión de campos semánticos, que es este un sector donde los redactores pueden descarrilar a la mínima, aun en ausencia de raíles o por causa de cernidos de vía única, de esos que no caen en lo que hay que caer, que también.

Pues bien, no acaba aquí el asunto.

Pinchando en la noticia, se puede observar como la profesional debió de recibir algún tipo de aviso interior, seguramente sin asomar del todo al nivel de la conciencia, pero con el contenido subliminal suficiente como para llevarla a retocar con pericia el término caer. Vean si no:




Esto al margen, el desplome de Iberia no se arreglará ya ni con paracaídas. Y el de El País, como el de el país, ni con rogativas contra las precipitaciones.

sábado, 28 de septiembre de 2013

El Blues de Soto del Real (Oh Lord, won't you buy me... Janis Joplin)

Regresando hoy a casa, incausada y bienvenida, me ha visitado desde los adentros de mi cabeza una vieja y maravillosa canción de Janis Joplin, Oh Lord, won’t you buy me a Mercedes Benz... Y al ritmo de esa música interior, de pronto me he visto cambiándole la letra en un registro absurdo, primero en inglés y casi inmediatamente, en castellano. El ritmo y el juego me repiqueteaban por dentro. Llegado a casa, me senté a mi instrumento. El teclado Qwerty. Y esto es lo que salió de todo ello. Y aun a riesgo de ponerme a los pies de los caballos, o más bien a los pies de los Hermanos Calatrava, que ya es ponerse, he decidido que no me iba a negar el gusto.


El Blues de Soto del Real
Anti-versión libérrima de la canción arriba citada, ejecutada con incomparable pericia por la siempre exquisita Gold Metal Band, conjunto carcelario formado por los más destacados tomadores del dos, amigos de lo ajeno y otros afamados profesionales del ramo, en la capilla del centro penitenciario de Soto del Real, al término de la Santa Misa.

Tengo que rogarle a los lectores su comprensión por no citar los nombres de los artistas, en el caso de los presos preventivos por la necesaria presunción de inocencia y en el caso de los condenados definitivos... porque no los hay. Así, con la seguridad de que nadie podrá reconocer a estos ciudadanos todavía sub judice, muchos de los cuales serán declarados inocentes, me atrevo a transcribir la letra.


Uaaan, chiuuu, zriiii, for...

Haz, Dios, que me compren
mi Mercedes Benz
mi loft y mi yate
a un precio fetén

Haz, Dios, que coloque
mi audio jaig-end
las joyas, los cuadros
y el joum ziater

* * *

Haz, Dios, que le venda
a don Pedro José
la agenda, el pendrive
jard-discs y el PC
para que me afore
con rico parné
todo lo que pueda
por la caja B

Y haz, Dios, que publique
de lo que entregué
y con fotocopias
que le pasaré
las fechas y firmas
y hasta los carnés
de los perceptores
y del aboné

* * *

Haz, Dios, si lo quieres,
que permite el juez
que mi Rosalía
pa’ poder comer
pague las facturas,
que algo le dejé,
de los gananciales
y del paripé.
...Quiero que se laque
pa’ venirme a ver
todas las uñitas
de manos y pies

(Y aquí, todo el plantel de músicos, suspiró dolorido y al unísono, que todo corazón tiene razones...).

* * *

Y haz, Dios, que a Mariano
lo podamos ver
aquí con nosotros
con la bola al pie
llevando la banda
como solo él
con gusto impecable
nos mandaba hacer

end nau, ol tchiugueda

¡Ol tchiugueda nau!

(y entonces el grupo selecto de metales, viento, cuerdas y percusión retomó el tema desde el principio, ya empujando a tope y enfebrecidos. Desde las más lejanas galerías de la prisión se alzó, coral y acompañando al grupo, un acompasado estruendo de escudillas golpeando las rejas a ritmo, y el inverosímil coro de los desposeídos, unido al de tantos de sus despojadores, crecía y crecía, al modo casi de esas criaturas que esta mañana, a la entrada de Lionel Messi a los juzgados para declarar en calidad de evasor fiscal, jaleaban al héroe).

...Haz, Dios, que me compren
mi Mercedes Benz
mi loft y mi yate
a un precio fetén...


(Nota) las transcripciones del inglés están tomadas de las notas fonéticas de los asesores para los discursos de los defensores de la candidatura de Madrid para los juegos olímpicos de Madrid 20.020.
No las tomen, pues, con el pie cambiado o con una sonrisa de conmiseración. Costaron 200.000 euros, es decir, son obra de los mejores profesionales del sector. Y ninguno de ellos irá a la cárcel. Ni los asesores ni los asesorados. Ténganlo por artículo de fe.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Pan (Poesía para el pobre, poesía necesaria como el pan de cada día... )

...Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto...

GabrielCelaya

Los versos que encabezan este post, hoy por completo fuera de lo 'habitual' en estas páginas, son de Gabriel Celaya y pertenecen a su poema La poesía es un arma cargada de futuro, de su poemario Cantos íberos, del año 1955.

Están traídos aquí por la sencilla razón de que al querer presentar a mis lectores mi propio post, hoy, de forma excepcional, un poema, pero de una manera menos descarnada que la de su propio contenido y porque el hecho de pegarlo aquí, a secas y sin más explicaciones, se me hacía muy cuesta arriba, lo primero que me acudió a la cabeza fue el poema de Celaya.

Y aquella felícisima comparación del autor, dejando establecido para el futuro que la poesía era (y seguirá siendo, deseo añadir) necesaria como el pan de cada día, me llevó a la consideración, inmediata, por lo demás, de que el propio y bellísimo título de dicho poema, La poesía es un arma cargada de futuro, me permitía el juego especular, contraespecular o como mejor prefieran definirlo quienes entiendan de estos artefactos verbales, de que otra poesía, social asimismo (pues para que le pongan la etiqueta los demás, y al ser esta obvia, ya se la dejo colocada yo) y perteneciente a un futuro ya sesenta años posterior, tiene sin embargo que hacer referencia a aquel pasado y a otros aun anteriores, igual de indeseables.

Porque el resultado de este futuro infausto al que bien atisbamos hoy, es, precisamente, aquel pasado ominoso que era el paisaje de fondo del poema de Celaya, como lo son aquellos otros pasados del mismo tipo, de todos los cuales, hasta hace bien poco, creíamos precisamente eso, que ya eran pasado.

Pero como no es así, y el futuro será el pasado, al parecer, dejo la constatación, también en verso, de que hoy el futuro es, además y precisamente un arma, y además cargada de pasado, lo cual es del todo equivalente a decir que será un arma de destrucción masiva, un arma química y el equivalente a tener de nuevo reedificados, lustrados y bien funcionantes los campos de reeducación, para catequizar, manu militari, a la población en las ventajas de la esclavitud y en las de la explotación del hombre por el hombre, como bien podemos ver y escuchar a diario en este yermo social e ideológico que es nuestro vergonzoso presente.

Y el justo y exacto título del poema que sigue hubiera debido ser: La poesía es un arma cargada de pasado, pero no he tenido corazón para hacerlo así, por no llevar a pensar a nadie que se trataba de una irrisión o una chanza con respecto a la obra de Celaya.

Porque el caso es el opuesto, expresar mi admiración por su intención, pero también mi horror sobre la constatación de en qué han dado las cosas del común y las ilusiones de hombres que fueron grandes, pero vencidos sin más y sin aparente apelación por simples hordas de depredadores, locales y de todas partes, blandiendo el bárbaro catecismo de quitarle a Dios, al César y a todos los demás todo cuanto sea posible. Pero eso sí, esgrimiendo siempre que se hace por la voluntad y el bien de todos los expoliados.

Y ya basta de explicatio non petita, no sea que me auto acuse de pesimista. Lo cual, hoy en día, ya es casi delito penal, como cualquier ciudadano bien informado conoce, y para mejor demostración de que, en efecto, nos retrotraemos a otros tiempos.



Pan


El pan, autoridades, salvapatrias, amos,
siquiera el pan sería oportuno
poderlo contemplar como un deseo, no,
sino como su obligación no negociable.

Un pan debidamente instituido
a cambio de los mármoles que pisan,
un pan que amasen por principio
y por deber del cargo
y administrado al público por ser
la única razón que justifica
el mando revocable que disfrutan.

Un pan sin más matices y sin IVA,
sin teoría económica asociada,
un pan no metafísico o celeste,
de triste caridad, escatimado o magro,
de buena voluntad o imaginario,
sino sencillamente el pan hijo del fuego
y de la obligación de su abundancia.

No de la conveniencia o inconveniencia
ni de la libertad o no de fabricarlo
según el decremento incrementado
repunte, mengüe o pinte escaso
junto a otros sortilegios semejantes
por causa de los cuales aconsejen,
—lo sentimos—,
el beneficio de vivir agonizando.

Un pan redondo, blanco y sin misterio
de harina y agua y sal y levadura,
un pan por el procedimiento urgente, señorías,
un pan que no se adeude en ningún modo,
que lo bendiga incluso un hechicero
o se inaugure en los anuncios
como si fuera un tren o una acería,
(si tal extremo de mal gusto les tentara),
pero que engorde, acrezca y dé sustento.

Un pan que sea el mantenimiento,
también obligatorio, de los viejos
y el pago imprescindible del trabajo,
un pan que traiga ese milagro bajo el brazo
que es el besar y el acunar los niños,
verlos reír, jugar, crecer y hacerse hombres.

Me muero de dolor y de vergüenza,
autoridades, propietarios, amos,
por el tener que andar leyendo
a quienes ya sangraban de esto mismo,
un siglo, hace dos siglos o un milenio,
en estas líneas mías de arriba
con su insufrible son de antiguas,
pero que traen el son,
el vomitivo son de hoy mismo,
del medioevo, no, de nuestro evo,
el son de un tiempo mal venido de otro tiempo
cuando ayunaban todos, ¡Dios lo quiere!
desde una cuna atroz hasta el sepelio.

¿Qué ciclo, qué sofisma es el comer, lo sabe alguien?,
¿de la palabra pan, qué no se entiende?

Y el techo, autoridades, amos...
el techo, por igual, sería oportuno
poderlo contemplar como un deseo, no,
sino como la obligación no negociable...

.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Inglés olímpico.

Finalmente, se esfumó el sueño de parchear el PIB en cosa de un 0,5 a un 1 por ciento con la ayuda de los mozos (y mozas) más musculados del lugar, destinados a tirar de la recia soga del remontar económico con las venas de sus cuellos a reventar, para sano beneficio de todos nosotros, según nos cuentan los que saben de estas cuentas. O, bueno, los que saben, no. Los que proclaman de sí mismos que saben, que no es lo mismo, porque vayan ustedes a saber si las cuentas no serían más bien los cuentos de la lechera, que de esos también llevamos oídos unos cuantos.

Y, además del sostenella y no enmendalla, es decir, de reintentarlo, tercos como mulas, las veces que haga falta, nos esperan unos días, durante la digestión del triste desevento, si se me permite la palabra, en los que se plantearán toda clase de consideraciones sobre las causas del fracaso, supuesto de verdad que esto efectivamente lo sea. Y de lo cual, por cierto, bien se podría hablar también. Que de negocios redondos y seguros para la población de a pie, también conocemos de algunos más que exitosos. El de las preferentes, por ejemplo. O el de las hipotecas de sus casas de ustedes.

Pero la causa principalísima del fracaso, admítase, parece una sola, que vale por todas. Y es que el país del engaño y los engañadores, el de las estafas a escala olímpica, ha sido obligado a ingerir una severa dosis de antídoto, es decir, de desengaño, por mano de algunos engañados que, al no ser súbditos del lugar, hacen precisamente lo que no hacemos los que sí lo somos, que es aquello tan elemental, en otros lares, de castigar al que engaña. Sin contemplaciones. Y será una indelicadeza, según algunos, pero así se las gastan esos bárbaros. Y es lo que hay.

Gente sin salero y con mucho mal ángel, esta del COI, empeñada además en antiguallas, como la de hacer respetar las reglas. Ya ven ustedes, a nosotros, las reglas..., Como si en este país se pudiera ir con la regla a ninguna parte, más que al excusado, sin que se le rían a uno en la cara hasta los párvulos.

Así que lo cierto es, más bien, que apenas pocos meses antes del sorteo del evento, es decir, mal, tarde y con la debida desgana, los atenidos en el asunto salieron corriendo como cucarachas despavoridas, después de recibir los tres avisos, a ver la forma de remendar, por la vía judicial, sus propios desaguisados e intimidar así a nuestros peores y más engañosos mozos de músculo. Que no son todos ni la mayoría de ellos, por supuesto, pero que sí son los más vistosos.

Esos que le echan polvos de la madre Celestina o la poción mágica del druida al bote de naranjada, imprescindible para subir al Tourmalet, al Aubisque, los Apeninos y los Andes o para poder correr a zancajo pelado de Madrid a Guadalajara y llegar casi antes que el cercanías de lo que fuera Renfe. Y aún les sobraba a estos macistes admirables, parece, energía más que sobrada, pasada apenas media hora de la hazaña correspondiente, para cumplir con la novia y luego asomarse, además, a emitir juicios salomónicos sobre el espíritu de esfuerzo, el ejemplo para la juventud y las reglas del juego limpio delante de la primera cámara que se les pusiera.

Y bien que se las ponen, las cámaras delante, todas las veinticuatro, para que los admiremos lo necesario y más de lo necesario y aún por centuplicado lo segundo. Pero resulta que también hay más hemerotecas que longaniza, en lo que a las caras de inocencia atañe. Y, ¿–Quién? ¿Yooo–?, se les acaba oyendo siempre, después, a los pillados, con los ojos abiertos como platos, cuando el cabrón y aguafiestas del investigador mileurista que recuenta sus analíticas les certifica que de su perfumado pis y de su generosa sangre sólo parecen legales y atenidas a norma las bolsas que los contienen y su cadena de custodia. 

Todo el resto es pis, o sangre, de tocomocho, por no llamarlo keroseno o combustible de cohete, pis de trile, pis como de Gürtel o pis de evento a la valenciana, bautizado con cuatro gotitas de legítimo pis de ángel, para disimular su carácter explosivo y su contenido en kryptonita. Un pis, o sangre, que le salpica una gota en la camisa a un ciudadano normal y se le ponen los pectorales como los de un levantador de pesas.

Y es que la tolerancia local y la credulidad frente al engaño es legendaria. De hecho, no se entiende que no figure en las enciclopedias médicas. Y ciertamente no es invento de estas legislaturas y coyunturas últimas, tan destacadas en el asunto, porque se la llama también picaresca, ya bien documentada desde el Medioevo, por no decir desde Argantonio. Y documentada, no solo, sino de verdad admirada, imitada y aconsejada, que es lo que cuenta.

Y eran ya demasiados los engaños a los que hemos sometido a esa junta variopinta que se llama comunidad internacional de la tracción a sangre, o COI, o deporte, por otro nombre. Recuerdo aun, con verdadero oprobio, a esa especie de guardabosques con esquíes, como de película de osos, que respondía al muy ibérico nombre de Johannes Mühleg, o cosa parecida, pero más pícaro y ladrón que Rinconete, y la cara con que nos dejó a todos. Un espectáculo indescriptible.

Pero es que igual que lo recuerdo yo, es de imaginar que lo recordarían también quienes, de oficio, tienen que recordarlo, que son precisamente esas almas vengativas de los miembros del COI. Y si a esto le añadimos la envidia que nos tienen por nuestro clima incomparable, nuestra paella y nuestras mujeres que besan de verdad, sin olvidar las que hicimos en Flandes, y siendo belga, además, ese espécimen sin atisbo de humano sentimiento ni de expresión facial que es don Jacques Rogge, el señor de los anillos o presidente del COI, pues algo más ya se entiende.

Y recuerdo también, porque cómo olvidarlo, al de los solomillos pochados con clembuterol, pobre, que se quedó sin Tour, aunque por culpa solo de la carne, que no de su espíritu, blanco e impoluto como la paloma mística, y a la heroína y madre de todos los esfuerzos, pero señalada entre la selecta clientela del celebrado doctor Fuentes Mengele, de nombre, Eufemiano, y faro de la medicina deportiva patria, de profesión sus bolsas de sangre en la nevera del adosado, aunque perfectamente rotuladas a lo 007, que tenía sus estudios, el andoba. Parecían las fotos del congelador de Jean Bedel Bokassa o los barreños de sangre de la buena de la condesa Isabel Bathòry de Transilvania, una dama aquella que de hematocrito sí que entendía largo, se lo aseguro.

Y engañar, engañan muchos y lo intentan más, pero el verdadero problema local, que nos han afeado estos caballeros sin sentimientos ni patria, es que nuestras leyes, las costumbres y el sentir popular son tolerantes, o más bien, complaciente con el engaño, según de quién y de dónde venga y de lo que convenga. Y aquí, por creernos, nos habíamos llegado hasta a creer que una solución habitacional de cuarenta metros cuadrados podía tener el precio del trabajo de toda una vida, y tan contentos. Y es que bien nos conocía ya ese boticario castellano que dijo que la cuna de los niños la mecen con cuentos. Pues vaya obviedad... En fin, un antiespañol verdadero.

–Pues sí, a Fulano lo han pillao con el carrito del helao, el pis era de color azul cobalto metalizado, la sangre le olía a plutonio y los esputos eran de todas las tonalidades del maillot arcoiris, pero es que el prócer ha dado a la patria cuatro medallas de oro, platino y pedrería, es senador, es del partido, es concejal, regenta una próspera empresa de mancuernas, es decir, es emprendedor, tiene un polideportivo honrando su nombre y hazañas en sus predios natales, en Caramula de las Estacas, es locutor de televisión y radio, tertuliano en cien tertulias, apoya toda iniciativa susceptible de ser apoyada y además ayuda a los ancianos a cruzar la calle, y la prima del portero de mi cuñada, que desayuna a su lado todos los días, en el bar del Eustaquio, dice que no sabemos lo buena persona y lo atento y lo fino que es con todo el mundo, un verdadero señor, hasta con las mascotas–.

Y al final nos puede siempre más la imagen de los podios que la de los odios, la de la proximidad del paisano famoso, la de la bandera ondeando y haciendo guardia frente a los luceros y la de la publicidad de la alpargata de alta competición o la del bocata que da alas, que la imagen más verdadera, pelada, cruda y definitivamente realista de los calzones manchados de sangre, por llamarla algo, teñida de pintas verdes, azules, amarillas y negras y con más aditivos y gasolina de alto octanaje que sangre misma. Que le echa un cristiano, sin querer, una cerilla al andrajo y se le monta al COI un Fukushima por cada prenda, que es lo que, en definitiva, han debido de valorar y ponderar a fondo los sabios padres del organismo. 

Y luego, en lo de engañar, nuestras máximas autoridades, unos y otros mandocantanos locales de la cosa, y a la hora de las selectas faenas de aliño como las de ayer tarde, se suben a la tarima de exponer y convencer a los forasteros e infieles, armados de unos vídeos como de publicidad de bebidas gaseosas y más alígeros, con olor a nubes y celebradores de la existencia que los de los anuncios de tampones, y todos ellos con unas tarjetas de visita que no caben en un pliego A3, de los títulos, los doctorados, las altas resposabilidades y los cargos que ostentan y honran, pero que se empecinan –y alguien, alguna vez, tendría que explicarnos por qué– en hablar idiomas que no saben, empezando por el propio, es decir, un engaño más, a sí mismos y a los que tampoco los saben, pero escenificado esta vez en sede universal, donde no necesariamente todos sus escuchantes habrán de ser tontos, porque a los que sí los saben, los idiomas, a ver cómo diablos van a engañarlos, ya me contarán ustedes...

Y claro, no los engañaron, más que nada porque no pudieron hacerse entender ni por el sistema de traducción, que no contemplaba el caso pintoresco de tener que traducir un idioma de fantasía. Porque si el inglés del discurso de nuestra voluntariosa alcaldesa ya era cosa de programa de entretenimiento ( http://www.youtube.com/watch?v=aEC0eM-2Vqo o http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/09/07/madrid/1378571914_313420.html ), el de nuestro Excelentísimo Señor Presidente del Comité Olímpico Español, más bien lo era de juzgado de guardia. Lamento no ser capaz de encontrarlo. Y según le iba oyendo perpetrar su discurso, ya tuve clara la votación. Ya ni si el príncipe se nos marca un tango más que apretado con la doña de Kirchner, vamos, más bien una lambada, y susurrando transido palabras de amor, palabras, en sus oídos y en impecable lunfardo, salimos de esta con bien, me dije. Y velahí.

Y desconozco si el señor presidente del Comité olímpico español será un sinvergüenza, aunque debo suponer que no, por principio moral y por imperativo legal, pero que no tiene vergüenza o ni siquiera el discernimiento de un niño de ocho años en lo tocante al alcance real de sus propias habilidades idiomáticas, es evidente que sí.

Si alguien con ese inglés tiene los verdaderos, desmesurados y de verdad carpetovetónicos cojones de salir a hablar inglés en ninguna parte, y más en tamaña sede y con semejante apuesta encima de la mesa, y si cualquiera de los miembros del COI, que algunos sí hablarán inglés, intentaron entenderlo y supusieron de seguido que si el resto del proyecto y la organización estaban a cargo de aquello, y con parecido éxito en sus esfuerzos, no es de extrañar que de inmediato y, abochornados como vestales tildadas de prostitutas, bajaran más de la mitad de ellos, automáticamente, el pulgar, de manera simbólica bien se entiende, y a falta de puñal, y ya que a las fieras tampoco podían echarlo, como hubiera sido de recibo. Desgracias de la modernidad, sin duda, que también nos las trae.

Que luego el príncipe fuera el que saliera más airoso del trámite –y desde luego, yo no peco de monárquico–, no es más que una anécdota. A fin de cuentas el mozo es de buena familia y bien viajada, lo cual ayuda con los idiomas y proporciona un cierto saber estar entre cocodrilos, que tampoco es aprendizaje inútil. Pero con semejantes chambelanes y ayudas de cámara, pena daba pensar en el esfuerzo y en los euros aventados al aire. Euros suyos de usted y nuestros, que se gastaron y se seguirán gastando ellos, en estos jolgorios que nunca nos traen ni un miserable pedazo de chicha o de tocino que echar al puchero.

Y en resumen, que un país endeudado hasta las cejas, robado hasta el último céntimo y abandonado a dejarlo desvalijar por terceros gracias a los desvelos de sus propios administradores, sumido en profunda crisis, un país cuesta abajo, no uno pujante, innovador, emergente o que enamora, con un horizonte, incluso en lo tocante a su estabilidad territorial, dudoso y contestado, aunque con una ejecutoria brillante en el deporte (con sus claroscuros) pero, a fin de cuentas, todavía una cuestión secundaria, si comparada con otras, pero con una historia reciente en lo tocante a la lucha contra el dopaje, cuanto menos cuestionable y blanda, por no decir incomprensible, si no entendida y vista, precisamente, por donde enpezábamos, es decir, por la tolerancia al engaño; en semejante país y con tal estado de cosas, el haber decidido, quienes lo decidieron, meterse en estas aguas procelosas, con sus gastos, ya es cuestión más que seria, por la que cabría preguntarse amostazados, y mucho.

Y por preguntarse, aquí podremos preguntarnos lo que nos venga en gana al respecto, pero lo que sí parece evidente es que los hechos del párrafo de arriba se han visto claros por esos mundos exteriores y se ha obrado en consecuencia. Es más, parecería más bien que lo que se nos ha formulado es una contrapregunta: ¿No tendrían ustedes alguna necesidad mayor a la que atender, en lugar de pensar en fastos, para gastarse su imaginario dinero en paliarla en la Comunidad de Madrid, por ejemplo, la más endeudada de España, o será más bien que sus responsables, hechos ya a usos definitivamente engañosos, han preferido tirar por su calle de siempre?

Calle que, ni que decir tiene, es la calle Mayor del actual cursus honorum (no, no es inglés, doña Ana, lo siento), ese que se empieza accediendo a un cargo aun a pesar de desconocer hasta el idioma propio, continúa proponiendo y licitando una cosa innecesaria y costosa, porque puedo y puedo, y asignándola al peor, pero el más afín de los postores, sigue con la percepción obligada de la comisión ilegal por el favor proporcionado, mejor y mayor comisión cuanto más costosa la obra, se sublima tomando su parte de ella, cada avispado, y dejando el diezmo, igualmente ilegal, para el partido del César y, finaliza con que a los jóvenes engañados e ilusionados se les pone el Himno con mayúsculas, a modo de sólido y energético alimento espiritual, mientras se les manda a entrenar como esclavos y a acrecentar sus musculaturas para la futura y mayor gloria de todos cuantos logren pillar cacho de ello. Es decir, de unos pocos.

Pero, incomprensiblemente, hay extranjeros sin alma que se empecinan en no entender estos mecanismos tan claros, sencillos y efectivos para llevar adelante las cosas del común y en preferir a quien posee y exhibe el dinero de verdad y no el imaginario, ese que ya le robaremos a terceros, si finalmente nos hace falta para algún festejo, según procedimientos ut supra.

Y entonces van y nos ponen, nuestros enemigos eternos, cinco ceros olímpicos.

¡Qué cosa insufrible es la injusticia!, Sancho.