martes, 11 de noviembre de 2008

Libertad de mercado. No hay mal que por cien no vendan.

Libertad de mercado. No hay mal que por cien no vendan.

¡Ay la Conferencia Episcopal! Las ganas que tiene uno de verles como mejor se compadecería (y nunca mejor dicho) con su acendrada piedad. De rodillas y sobre una fuente de garbanzos. Garbanzos sin cocinar, como ya se habrán figurado.

Parece ser que ya ni las torres de marfil nos van a dejar en paz, por no sé muy bien qué de la salud bucal de los elefantes, me ha parecido entender.

El moralista es ese que te entrega la hoja de parra con un velcro, para que en el caso de que vayas a quitártela te enteres bien enterado de lo que vale un peine.

Tiempos éstos, de delicados armagedones atenuados.

Por como se quejan y dejan oír cómo les crujen las mandíbulas se diría que cada vez que se remueve una fosa común a los que les duelen los huesos –y de verdad parecería que atrozmente, pobrecillos– es a todos esos hijos y nietos ideológicos y seguramente no tan in pectore de los asesinos.

Existen tres tipos de sectas, las que te exigen desnudarte de cintura para abajo, las que te exigen desnudarte de cartera para adentro y las que aúnan ambas prácticas religiosas en piadoso, tolerante y nunca suficientemente bien admirado sincretismo.

Para disfrutar del merecido descanso y un tranquilo sosiego nada como la incomodidad del propio domicilio.

El único capital fuera del alcance de cualquier delincuente económico es la juventud. Y da verdadera gloria verlos arrastrarse impetrando como asalariados a punto de despido, de cirujano plástico en cirujano plástico y de clínica de rejuvenecimiento en clínica de rejuvenecimiento, acartonados y con esa inexpresividad lela y fosilizada por la que seguro que han pagado gustosos sus buenos millones. Dan ganas de atarlos y hacerles cosquillas en los pies con una pluma, como en los tebeos, y sólo por el gusto de poder ver cómo se les cuartean los belfos, y de forma irreversible, espero, ya a las primeras risas.

Convendría ir yendo en pos de una salvífica teología de la liberación de la teología. Pagando incluso.

–Es más barato cambiar la pregunta que contestarla, so pesado–, le hicieron saber a un problema que se las iba dando de gallito, antes de borrarlo definitivamente y de un plumazo.

Pocas sensaciones más inquietantes que esas veces en las que se queda uno de la forma más tonta e insospechada con el rasero al aire.

Ya no soñamos con la revolución. A lo más que aspiramos es a la devolución, y gracias.

Lo más chocante sobre el pasado es todo este acuerdo unánime para comportarse como si no anduviera otra vez al caer.

Envidia cochina que me da Andorra, que allí de vez en cuando les cambian los príncipes.

Desde que la ciencia económica dejara demostrado a ciencia cierta que la tierra es plana, multitud de otras cuestiones básicas ya han podido ser consecuente y felizmente solucionadas, a Dios gracias.

Tampoco es tan difícil ser un cínico, basta con tener claro lo que a los demás les resulta oscuro y viceversa. Bueno, y proclamarlo, a ser posible, ante oídos cuantos más principales mejor, que a mayor número de Alejandros que acudan a retortero, más ruido de ingenios acompañará, más pasmo del común y más miel sobre hojuelas.

Para gastos os vendemos los valores, como diría un banquero.

Ladrillazo. Por sus obras los conoceréis.

Desde que busco trabajo me llueven las pospuestas.

Reconozco que en lo tocante a este abominar mío de todas las religiones resulto bastante estricto, la verdad. Pero es que lo inferí desde bien mozo y por obra de collejuda y orejitironeada catequesis, que aquello sí que formaba el carácter.

Los economistas no son más que simples teóricos de la rapiña, porque en la práctica, y como todo en la vida, el pastel se lo comen desde antiguo otros espíritus más voraces, prácticos, eficaces y despiadados, por lo general gente de abundantes humanidades, o letrados.

Cuanto más veo, escucho, oigo y leo del Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Mr. Paulsen, más solidario me siento con los ladrones de gallinas. Es más, tendré que acabar robando una aunque sólo sea por un afán de restablecimiento de siquiera alguna mínima dignidad elemental de la persona. Bueno, y por hambre, se comprende; y todo ello me ha llevado, además, a reflexionar insistentemente sobre un asunto que de verdad me concome: ¿Dónde demonios, ¡Por el amor de Dios!, se puede uno robar hoy en día una gallina?

Italia debe de ser el país más rico del mundo. Se permite sostener a la Mafia, a la Camorra, a la N’drangheta, al Gobierno Italiano, a la Iglesia Católica, a la Rai, a Bossi y a Berlusconi. Y aún así una importante mayoría de italianos come y cena todos los días. Si eso no es nadar en la sobreabundancia, venga Dios, lo vea y exija –cómo no– su parte.

Hay algo estremecedor en eso de que un litro de algunas aguas minerales cueste bastante más caro que un tetrabrique de igual cantidad de vino de mesa, como piadosamente han dado en llamarlo. Pero ese vino es el que cuida de nuestros mendigos, desvalidos y vagabundos y a él le deben muchos momentos de olvido de su condición y otros de reparador abandono en santa y acolchada embriaguez; esa otra agua, en cambio, cuida de los hígados y renes de nuestros mejores gilipollas; que paguen pues por ella más que si fuera sangre y que sapos se les haga en el gañote y en las entrañas. He dicho. Y por lo que a mi respecta de vez en cuando le doy un euro a alguno de los mendigos de la esquina de abajo, donde el DYA, mientras los amonesto con la mayor seriedad: –Y hágame Usted el favor de gastárselo en vino, no en agua, en comida u otras gollerías, que le conozco–, y le guiño el ojo. Y me lo guiña de vuelta. Y hasta a veces me voy con Dios, por lo que me ha parecido escuchar en alguna ocasión.

En estos tiempos revueltos ciertos optimistas se frotan las manos pensando que con esta bajadaza de la gasolina se van a poder sufragar la subidilla de la hipoteca...

Me comenta un profesor sevillano que en su ciudad, enfrente de no sé muy bien cuál tanatorio, existe un bar muy frecuentado, dada su ubicación, que se llama “La Gloria bendita”. Y luego todavía me viene de vez en cuando algún cliente con no sé que de que si a veces me paso tres pueblos en este blogue...

Directamente procedente de las profundidades del mueble de los afeites, adecuaciones, reparado de muecas y aquilatado de visajes del boudoir de mi perpetua, traigo en exclusiva para mis apreciados lectores esta leyenda:

L’Oréal PARIS
DERMO EXPERTISE
Derma Génesis
Cuidado Creador de Juventud Celular
Intensivo noche
¡Sublimador de amanecer!
renueva, retensa, descansa

(y espero que sepan Ustedes disculparme las exclamaciones, gracias).

La diferencia entre religión y secta a veces no logra desenmarañarla ni el mismísimo juez, así que para despejarse la cabeza lo mejor que podría hacer Su Señoría sería acercarse a oír misa a la capilla privada del Juzgado, se me ocurre, y con la venia.

La educación, las buenas maneras y el expresarse polido consisten en aprender a decirle desde bien pequeños a los lobos: buen provecho tenga Usted, señor Lobo Feroz, buen provecho tenga Usteda, señora Loba ferocesa, y que Usted siga bien, señor Don Lobotomía.

En España la administración gusta, y desde bien antiguo, de mezclar y confundir una vez y otra la educación en su sentido fuerte, es decir y para entendernos, el colegio mismísimo, con la necesaria política social de darle sopas al desdentado o incluso con el deporte, esa frecuentada y tan fecunda agonía de bolsillo; resultando todo ello un así como venirse a multiplicar peras por berzas, lo cual está formalmente prohibido, como bien recordarán sin duda del Bachillerato, o de lo que fuere que ahora lo sustituya. Y seguro que al punto alguno me requerirá amargo: ¡Demuéstreme Usted eso de inmediato, enredador, que no es más que un enredador! En fin, pues qué contestarle, amable lector... disfrutamos de la siguiente figura fáctica y jurídica capitaneada, además, por sus correspondientes Jana o Jano trifrontes, según toque cuota, colocados al mando de ese improvisado y descosido trirreme en el que los lanzan impávidos a marear las procelosas aguas administrativas; figura que se llama toda ella ¡Ahí es nada! Ministerio de Educación, Política Social y Deporte. Y que pase el siguiente con las reclamaciones.

Personas de sangre azul... no saben bien lo que me gustaría vérsela.

Si hay algo de verdad necesitado de una buena campaña de imagen son los cementerios.

Decía más o menos Carlos Kraus (cito de memoria) que las mujeres de su Viena de entonces deseaban aparecer vestidas y que las miraran como si fueran desvestidas. Y tal sería en sus tiempos, no lo dudo. Pero actualmente, y burla burlando, entre la primavera y el verano se nos pasan las damas cerca de medio año prácticamente semidesnudas aunque exigiendo taxativamente –y además por imperativo legal– que se las contemple como si anduvieran vestidas, con lo que el núcleo duro de tanta femineidad, me da a mí, va a seguir siendo el llevar la contraria, curiosa invariante ésta, sin duda, que a quién se le iba a haber ocurrido ir a despejarla impecablemente así tan a lo tonto, mira tú...

Si se piensa que la mismas conquistas de la técnica han servido tanto para difundir la Crítica de la razón pura como la crónica de un viaje de la Asociación Vienesa de Cantores, se disuelve cualquier angustia y se celebra la omnipotencia del Creador (Karl Kraus).

El Creador, por cierto, ese omniprepotente.

La nada no parece más que cualquier otro todo, pero con algunas ínfulas menos, tal vez.

Nos reiremos de los hindúes, pero aquí también tenemos nuestras vacas sagradas. Becerros de oro, mismamente.

El fin justifica las medias (y el liguero), me explicaba el otro día una buena amiga, matrimoniadora compulsiva.

Se puede perfectamente hacer de un cretino una persona respetable, pero no sin antes haberle ascendido las veces que resulten necesarias.

El gallo debe de ser un animal bastante inteligente. Lanza su grito de triunfo a continuación, y no antes.

Un aforismo no es más que la parte educadamente comunicable de todo lo que más duele.

Parece ser que estamos condenados a cadena perpetua de libertad. De mercado.

La tiranía se instaura cuando el gobierno proclama que es de día cuando manifiestamente resulta ser de noche. Por suerte, siempre podremos confiar en que cuando triunfe la oposición proclame lo contrario.

Ya desde la primera entrada del manual de estos tiempos se deja bien clara la futilidad de leer manuales en estos tiempos.

Nada como una credibilidad ganada a pulso para convertir falsedades en verdades con la aquiescencia, el beneplácito y el aplauso de todos.

Religiosidad local. Jesucristo y los doce a Móstoles.

Tampoco es tan difícil ser un monstruo, basta con hacer lo que se ve en la tele.

La comunicación entre la izquierda y la derecha no es aconsejable ni siquiera entre las manos de un mismo individuo, por comprensibles razones de practicidad, me informaba ayer un moralista de plantilla.

Según Berlusconi lo de Obama es bronceado. Y lo de Berlusconi debe de ser patinado, entiendo.

Reconozco que pocas cosas me dejan más pagado de mi oficio que esas máquinas de regar que salen a faenar los días de lluvia, porque polvo igualmente seré al cabo, pero desde luego me habrán dado sentido.