jueves, 3 de octubre de 2013

Acto de contrición, aunque sin propósito de enmienda.



Mi post anterior, sobre el Papa Francisco, adolecía de bastantes cosas. Me lo han hecho notar y reconozco que es cierto. Y, más o menos, una razón es que no me reconocen en él, entre otras, y así se me ha dicho, en privado.

Y sí, en efecto, el post era optimista, por un lado, esperanzado tal vez, poco informado o documentado, por otra, y llevado más al hilo del deseo que de razones de mayor calado. Todo ello es cierto. Añadiré que, incluso, tampoco me gustaba demasiado a mí, a pesar de lo cual me permití publicarlo así. Y reconozco también que, si algo maticé, lo hice poco o, por lo menos, poco para lo que acostumbro.

Con todo y ello, la sustancia de fondo de lo expresado sigo pensando que tenía su algo de validez. Esto al margen de que mis simpatías y sintonías habituales, así como las de la mayoría de mis lectores, intuyo, no parecen dirigirse en exceso hacia lo 'religioso', lo cual no es otra cosa que constatar que cada cual y cada grupo de personas, más o menos, nos movemos dentro de nuestro propio nicho ecológico y que de estos hay más que granos de arena.

Sin embargo, no quiero dejar de añadir una consideración. El que muchos, como yo mismo, no nos movamos en ámbitos de interés que tengan que ver con la fe religiosa y el que, dicho sea de paso, muchos también la consideremos como algo fundamentalmente inútil, por no decir casi dañino, como yo mismo podría afirmar y firmar, también con las debidas matizaciones, no quita para que muchas personas, seguramente en mayor número que las del grupo anterior, no compartan, como sin duda es su derecho, esta visión, se muevan y se dejen mover por esas mismas razones que otros no comprendemos y actúen, en cierta medida, en función de ellas y ajusten, en parte, sus maneras de pensar y actuar en función de lo que dicten sus líderes espirituales, ya que los tienen.

Y esta convivencia necesaria, que es política, en definitiva, entre quienes más pudieran ser adversarios que compañeros de sensibilidad, tampoco tiene que quedar definitivamente exenta del reconocimiento de los puntos de encuentro que puedan darse. De lo contrario, deberíamos de seguir siempre y en todo momento con el palo desenfundado y esto, cuando el opuesto hace un gesto pacífico de aproximación, por tímido que sea, no me parece cuestión de despreciarlo ni de contestarlo solo con más leña.

Y como todos ellos son, con nuestro gusto o sin él, nuestros compañeros de humanidad, con los que convivimos, el constatar que un determinado líder de ellos, sea el Dalai Lama o el Papa de Roma, parezca preferible que sea un individuo de visión amplia, mejor que estrecha, y si algo más tolerante, mejor sin duda que un bulldog ideológico, tampoco es extenderle a nadie un cheque intelectual en blanco, sino dejar constancia de que con unos papas, en este caso, puede ser más confortable vivir que con otros, o menos doloroso e insufrible. Esto al margen, además, de que quién sería yo para extenderle cheques intelectuales a nadie. Por lo tanto, no los extiendo, solo digo, tratando de razonarlo, unas veces con más tino y suerte, otras con menos, que me gusta esto y no me gusta o me gusta menos lo otro y por qué.

Y cuando un papa, como este, hasta ahora, y aun con todos sus evidentes condicionantes, el primero de los cuales, sin ir más lejos es ese, el ser papa y no sindicalista o dirigente alternativo, emite un discurso al cual nadie opuesto a él le obligaba, y este discurso aparenta, digo aparenta, estar respaldado por algo de fondos reales en su banco ideológico, y no solo de humo, yo me he limitado a constatar, en primer lugar, la sorpresa, y, en segundo, un cierto alivio por mi parte. Para expresarlo más claro. Un papa que más desautoriza que da alas a Rouco Varela, por ejemplo, no es, desde mi punto de vista, cosa de desdeñar. Otra cosa sería, esperar del papa una declaración de ateísmo. Eso no iremos a verlo y absurdo sería el pretenderlo.

Al final, papa es, sin duda, seguirá excomulgando y elevando a los altares, como ya ha hecho, a quien crea que debe, y de la misma manera que nadie en sus cabales le va a exigir a Mariano Rajoy que contrate a Alberto Garzón como asesor económico, tampoco podemos nadie aspirar a que ese olmo de peras. Y no solo ese olmo, sino cualquier otro olmo a considerar. Pero con que ese olmo, por lo menos, aparente, digo aparente, no ser el árbol del ahorcado, ya se habrá andado algo de camino en la vía del necesario entendimiento entre opuestos o distintos. Y por dejar constancia esperanzada de ello puedo ser ingenuo, que duda cabe, pero también es un ejercicio legítimo.

Por otra parte, y sin que venga hoy a expresar mi intención de entrar en el seminario, este artículo, por ejemplo, de Juan Goytisolo, yo, desde luego, no podría haberlo escrito. http://elpais.com/elpais/2013/09/27/opinion/1380285474_700754.html  
Y no por otra cosa, sino porque, por muy Juan Goytisolo que se sea y se escriba como los ángeles del paraíso, creo, simplemente, que no se compadece con el tema, que es el Vaticano y sus conjuntos. A fin de cuentas, si a uno no le gusta el papa, que lo diga, y si no le gusta, todo ello con más razones o sin ellas, que lo diga también.

Y darle consejos de lectura al papa, la verdad, puede ser gimnasia periodística legítima, desde luego, pero, como diría don Rafael Sánchez Ferlosio, no me parece mucho más que un cierto ejercicio de onfaloscopia, con su bastante de huero.

Recomendarle, además, la manida lectura de los sótanos del Vaticano, de Gide, pase, que en lo tocante al tema, es un clásico, pero la de Carlo Emilio Gadda, y de esa obra absolutamente portentosa que fue y es Quer pasticiaccio brutto de Via Merulana, ya me parece del todo ocioso. Y esta vez lo digo porque sí se a fondo de lo que hablo, porque este ha sido uno de mis libros de cabecera, desde mis veinte años. Lo habré releído, seis, ocho veces. Y, sinceramente, por vueltas que le quiera dar a la razón por la cual lo recomienda Goytisolo en ese contexto, no logro encontrársela. En este obra, el Vaticano y lo religioso, sin más, no figuran. Sale un cura, eso sí y, además, poco.

La religión, la fe, no están, no constan, no pesan, más que como leve ruido de fondo. El libro es solo, y no es poco, un fresco maravilloso sobre Roma y los tiempos del fascismo, so capa de novela de intriga policial. Y, en particular, el mayor monumento lingüístico y ejercicio de juego con el idioma que yo haya leído jamás, a excepción, eso sí, de otra obra del mismo autor, Eros e Priapo, de redoblada dificultad, algo así como un Góngora en prosa y puesto al día, temática aparte, y pasada la expresión por toda clase de artificios autorreferenciales y por lo cheli, lo chic y lo académico, todo junto y todo ensamblado como un cronómetro, pero juegos ambos que, por lo demás, debido a su enorme complejidad, solo pueden apreciarse en italiano, y a condición, además, de conocer muy a fondo esa lengua. Lo cual no es el caso de Bergoglio, dicho sea de paso. Y, es más, los considero libros intraducibles por definición, tal es su complejidad lingüística, sin que pierdan lo que tienen, su carácter de juego y de ajuste de cuentas con el fascismo, pero no con la religión, lo siento. Sé que hay traducciones al castellano de Quer pasticiaccio... dos creo. Del otro, imposible. Del primero habrá alguna más, imagino. No conozco la que cita. Pero una vez tuve una en mis manos. Era otro libro. La misma diferencia que entre una rosa y la foto de la rosa, para entendernos.

En resumen, no he entendido el ejercicio de Goytisolo. ¿Qué le gustaría explicarle al papa?, ¿que en Roma hay putas, asesinos, funcionarios, gente bien con asuntos inconfesables debajo de la alfombra, lumpen, policías buenos y malos, criadas y tenderos codiciosos, oropel y basura, lesbianas inconfesadas, aves rapaces, ricos impresentables, señoras bien que van a misa, monseñores de dudosa catadura y un generalizado gusto barroco por ocultar todo aquello que es evidente?, pues hombre... ¿qué le autoriza a suponer que el papa no lo sabe?, yo creo, por el contrario que el papa sí lo sabe, sinceramente. Este y todos los anteriores. Y, más que nada porque eso mismo lo debe de haber en Buenos Aires así como en Mazarrón, intuyo. Por lo tanto, y siguiendo su línea argumental, pongámosle un guasap al obispo de Roma preguntándoselo, a ver si nos lo aclara.

Para finalizar. Todos estamos muy maleados y arrimamos el ascua a nuestra sardina. Y tampoco se llega a papa de Roma sin estarlo. Ni a jefe de negociado en Hacienda. Cuanto más arriba y más alejado todo mandocantano de la esencia ideal del pastor, y más cerca de la más realista del ungido, del privilegiado, del líder, más segura será la presencia de mucha recámara, más la necesaria asistencia de abominables camarlengos de poco fiar. Todo lo cual no quita para que en el mundo coexistan Mandelas y Bokassas, ambos al cargo de su respectiva grey. Yo solo quería decir que prefiero que cualquiera que llegue a propietario del cuarto de los botones de cada palacio se parezca algo más al primero que al segundo. Y puedo equivocarme y no ser este el caso del papa Francisco. Pero solo decía que no me lo parecía. Y tal vez, además, seguramente equivoqué el tema. No sería el mío.

En cualquier caso, de ninguna manera piense el lector que me hizo llegar sus consideraciones que me haya molestado u ofendido con ellas. Es todo lo contrario, además de un placer intelectual conversar con quienes me leen. No para otra cosa se escribe y máxime cuando se hace esto para no comer, verdadera expresión de libertad donde las haya.

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2 comentarios:

  1. Un maledetto imbroglio... los dialectos, la iglesia, la razón, la humanidad, la compasión, la amistad, el amor... Los argumentos, el afán de coherencia, la nobleza, la modestia... y todos sus contrarios. Por eso prefiero la literatura.

    'Le parole non bastano e sdraiarsi nel comodo letto della vanità ciarliera è come farsi smidollare da una cupa e sonnolenta meretrice. Le 'parole' sono le ancelle d'una Circe bagasciona, e tramutano in bestia chi si lascia affascinare dal loro tintinno'. (Gadda)

    http://www.youtube.com/watch?v=VaS2ofj4Gxo

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  2. Solo sabrá Dios, en su divina misericordia y sabiduría, quien haya sido el lector que me haya dejado esta perla, que desconocía, de mi amado Gadda.
    Traduzco: Las palabras nos son suficientes y tumbarse en el cómodo lecho de la vanidad charlatana es como dejarse absorber la médula por una ensombrecida y somnolienta meretriz. Las palabras son las ancillas de una Circe zorruna y convierten en bestias a quienes se dejen fascinar por su tintineo. (Carlo Emilio Gadda).
    Este es el juicio de quien, hasta donde yo conozca, es el escritor que más ha traficado con palabras, considerándolas como poliedros, y quien mejor supo, de sus facetas, plasmar todas sus luces. Y como en Omar Khayyame, sus textos, tan duros, tan artificiosos, pero deslumbrantes, eran además y también matemática, ensueño, juego simple y dulce bebida que embriaga y confunde. Seguida de un despertar donde impera lo negro.
    Doy las gracias a él y a su mensajero.

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