jueves, 28 de febrero de 2013

El papa, la reina, el cocinero, el ladrón y su amante.


¡Qué semana! Abandona el Papa Derelicto, mascullando bendiciones ex cathedra como un carretero. Todo de aura, de ex santidad y de virtud nimbado.

En Italia, asimismo, por no dejar de darle a la bota, don José Grillo les ha comunicado por el conducto oficial a los Golfos Apandadores, allí conocidos como Onorevoli, y a Su Excelencia el Tío Gilito, su firme voluntad de que se vayan. Estos le miran carcajeándose sinceramente, entre pedorretas, y señalan a doña Ana Mato, empezando a aportar jurisprudencia.

Acto seguido, visitan a Frau Merkel, a toda ella, para que les llame a la Mesa de los Caballeros Teutónicos con dos suaves toques de PanzerBCEdivision en el hombro. Al despedirse se besan, antes de salir reculando de rodillas, como manda el protocolo. El aroma a Colonia cara llega a los Urales y hasta la plataforma de los desahucios, haciendo más llevadero cada lanzamiento. ¡Animo!, no hay bien que por bien no venga, llorones, resumiendo.

La Señora Doña Amiga Muy, Muy Cercana al Rey Nuestro Señor, una Corinna Pérez y García, según me parece haber transliterado correctamente, ya luce título oficial dentro del organigrama de la respetada comercial Corona & Corona, y comparece en su calidad de tal en el cuché inmortal de la portada del Hola, el BOE del Gotha, que eso sí que es un pasodoble o un pisa rubita, pisa con garbo la alfombra suave de azul y polvo, de lis y lana. Y el relicario.

En el interior de la sesuda publicación, brilla el complejo informe oficial, diez páginas de suspiros y lágrimas por su independencia perdida, modelo castillo bávaro de recortables, formato Sissí emperatriz sollozando. Y bien guapa que sale la moza, pero desdichada. Me consumió su pena. Me recordaba en su dolor desgarrado, pero en rubio aguanoso, a doña María Dolores de Cospedal, la vestal que se nos materializa cada mañana detrás de un atril, a ofrecernos nuestro delicado desayuno de tornillos y clavos mojados en vitriolo, y echando espumarajos de estupefacción porque a ella y a sus compañeros de negociado nadie se aviene a otorgarles el preceptivo título de Su Santidad, como merecen, y máxime estando este vacante. Y bien claro deja ver que le molesta. Y con razón, Señora. Entendemos su duelo.

Ítem más, don Luis Bárcenas deja también el tajo. Se larga harto de complots y de insidias, pero no para irse a cobrar el paro, como con gran delicadeza ha manifestado esta mañana. Aunque bien lo merecería, bien justo parecería y bien estaría en su derecho, que tiene 31 años cotizados de seguido, sin faltar un día. Y eso es hazaña que ya no va a conseguir nadie por más de doscientos años que viva. Bien claro resulta que algún mérito habrá atesorado, por lo tanto. Así que si él no puede, como hay resentidos que se atreven a postular, no sé quien debería cobrarlo entonces, no se me alcanza. Es cosa que entenderá cualquiera y a nada que se nos pasen las palpitaciones, que somos poco comprensivos e intolerantes. País de Caínes.

Y hablando de pálpitos, tengo uno. La Reina Nuestra Señora, ni por Gotha ni por Gólgota sino por éstas, que son cruces, no va a darle ni una foto más al Hola, ni sola, ni acompañada de los angelicales nietos ni a modo de entrañable crisma navideño.

¡Por Dios!, y esto sí que lo digo en serio, es una respetable dama de edad que ha hecho su trabajo mejor que el noventa y nueve por ciento de sus colegas del curro, ha tragado su cáliz y arrastrado su cruz y ascendido su calvario hasta mucho más arriba y mucho mejor que ese llorón del Benedicto, y sin emitir un lamento, pero es nieta del Kaiser, nada menos, y tiene por lo tanto más derecho que nadie a calzarse, si le cuadra, el casco con el pincho. Y hasta la mandíbula, de venirle en gana.

Así que barrunto que estará encargando una peineta que ríanse de las de Martirio, y nunca mejor dicho, y bastante más conspicua que la de pedrería incomparable que el aludido don Luis Bárcenas luce uncida al dedo, para obsequiarnos con ella. Y si, con todo y ello, aun decide no ponerse el casco, entonces lo que se merecerá es la Tiara de Pedro, con mayores merecimientos que muchos que la ambicionan. 

De lis a rosa. Los camaradas de la rosa en el puño lo que tienen cada día más es el corazón en el puño. Qué encogimiento. Pura angustia da verlos. Hoy todo apunta a que, por no ser ni fría ni caliente, a la dulce Chacón la vomitarán de su boca, por no saber decir ni sí, ni no, ni me abstengo ni todo lo contrario y, claro, con esa clarividencia y facilidad de comunicación, y de seguir así las cosas, lo más que va a poder aspirar es a una portavocía, o porta bacín, o puerta vacía o porta vacíos. Por lo demás, el atleta olímpico al mando ya le ha largado una multa, para que vaya viendo la hora, que decimos en el Foro.

La de Gila o el pan nuestro. Sale Montoro, con su entonación incomparable, se baja las gafas hasta la punta de la nariz, se mete las manos en los bolsillos, aprieta las mejillas, mira de abajo a arriba, entorna y gira los ojillos y empieza a repetir, sin mirar a nadie: —¿Alguien no ha pagado sus impuestos?, ¿alguien ha matado a alguien?, mira que no me gusta señalar..., ¿alguien es un asesino...?—.
Les invito a verlo.  http://blip.tv/nononcio/gila-y-sus-indirectas-3171521  Lloraba yo como un niño.

Flash. Argentina. ¡Noticia! Dicen que no pagarán indemnizaciones a las empresas expropiadas. Que esto pueda constituir una novedad a dar en un periódico serio es otra más de las cosas que hacen pensar seriamente en el papel de la prensa.
—Señoras y señores, disculpen las molestias, se me están acabando los subsidios y tengo niños a los que dar de comer... les vendo una tautología, fresca, fresca, un verdadero eskúp, ¿señoras y señores, alguno de ustedes sería tan amable de comprarme una tautología?—. —Tome, tome usted buen periodista...—. —Muchas gracias, caballero, que Dios se lo pague, usted siga bien...—.

Inciso, pero por suerte no contuso. Monsieur Benzema, futbolista, y en virtud de esa condición ontológica, entiendo, le ha dado gusto al pie hasta la ingle, pero, ¡ay!, le han metido el gol de cazarlo a 216 kilómetros por hora, pilotando un elefante de seiscientos mil caballos, que eso sí que es enfilar la portería en derechura, camino del autogol.

Pero descansen los señores aficionados, pedirá perdón y prometerá no volver a hacerlo. Mourinho mismo, espejo de virtudes cívicas, le pasará la mano por la cabeza y asegurará —Persona muy buena, yo saber no tener mala intención, ser joven, sangre caliente, pero buen chico, buen chico...—. Demás que la multa seguro que le llevará a la reflexión y a la contrición necesarias. Ego te absolvo a peccatis tuis... Ergo. No digamos ya si lo pide José Mourinho.

Terminando. Los inversores de Bankia, o Manguia, no me acude exactamente el nombre, pierden el 99,7% de su dinero. Es impresionante como paga el capitalismo a su feligresía de a pie. Todavía veremos como la revolución tendrá que acabarla haciendo una horda de ex burgueses arruinados echándose a la calle a cortar cuellos con el canto de los cupones de sus acciones. Los caminos del Señor son infinitos, desde luego, y de darse el caso, en agradecimiento, prometo que me fincaré de hinojos, y luciré hábito morado. Más el escapulario.

Fin. Cómo bien temí no hará dos semanas, ya ha salido el primer condottiero afirmando, ahí es nada, que es más importante la patria que la democracia. ¡Susórdenes, mi sargento! De ahí, al Viva la muerte, demasiado bien sabemos todos los cortos pasos que mide ese sendero del deber, tachonado de luceros. Si te dicen que caí... ¡Tachunda!, como concluiría don Rafael Sánchez Ferlosio.

Delicado panorama nos espera de renovación de fosas anónimas a los bordes de las autovías, aun por pagar. Las autovías, que las fosas de siempre salen gratis, demás que, preceptivamente, las cavan sus inquilinos, y aprisita, que estas manitas se están movimiendo, se ponen nerviosas...

Ya esperamos pues a la Autoridad competente, militar, por supuesto. Para que luego digan los habitualmente bien informados que las idiosincrasias sólo sirven para componer imágenes falsas.

¡Y un cuerno, falsas! Y de Miura.

martes, 26 de febrero de 2013

El tsunami Beppe Grillo y el M5S, las maravillosas elecciones italianas.



Un tsunami, como ellos mismos han gustado de calificarse, pero de forma previa, es decir, anticipando con muy buena exactitud los hechos, es de lo que podría calificarse a ese movimiento coral en el que se ha convertido hoy el M5S (Movimiento cinco estrellas, por sus siglas en italiano). Un partido casi inexistente hace un año y medio y ajeno ex profeso a los modos y formas de la política italiana y de la europea, pero que se ha hecho esta mañana con alguna décima más del veinticinco por ciento del total de los votos emitidos, hasta el punto de que la llave de la gobernabilidad de Italia pasa forzosamente por ellos.

Pero este número no expresa desde nuestra triste óptica española del bipartidismo la magnitud del resultado, que no es otro que hoy el partido del cómico, del outsider, la china en el zapato o mejor dicho el grano en el culo de la política italiana, es el partido más votado de Italia, puesto que quienes han arrancado más votos que él son coaliciones electorales, todas descompensadas por el peso  del partido principal en cada una de ellas, pero que ninguno de los cuales ha obtenido, unitariamente, ese resultado.

Puestos a hacer comprensible este maremoto para un español, sería el equivalente al caso de que UPyD o IU hubieran resultado el partido más votado en las generales pasadas, pero aglutinados bajo la figura mediática de un líder inverosímil en ese campo, como pudiera ser el Gran Wyoming, por mentar a alguien similar en presencia mediática, pero solo en eso, y animado de la voluntad de modificar de raíz la totalidad del funcionamiento del sistema político y del estado todo, y con una trayectoria a sus espaldas en la cosa pública de apenas tres años, no los larguísimos vividos por Izquierda Unida y su raíz ideológica o los más de veinte de vida parlamentaria y política de la señora Rosa Díez.

Pero, a la vista de los resultados, no va a tratarse de un movimiento cualquiera, ni sus pretensiones podrán ignorarse mucho más tiempo. Representa una novedad absoluta desde la existencia de las democracias parlamentarias, tal vez solo comparable con hechos ocurridos en tiempos del fascismo italiano, es decir, hace ochenta-noventa años, pero no en sus modos ni en su programa electoral, confuso, tal vez, pero que apunta con claridad meridiana a demasiadas cosas que funcionan mal, en Italia, pero en más de media Europa igualmente, por no decir en el mundo.

Sí es cierto que lleva un germen de un populismo que siempre da miedo, y ese es sin duda el principal pero a aducir, pero por otros muchos lados posee todas las formas y pretensiones de un movimiento de regeneración democrática, política y social, tan necesario, y bien puede merecer cuanta buena fortuna pueda deseársele, por el bien de tantos, y siquiera a priori.

Pero tiene en su contra también, el ser un movimiento demasiado personalizado y dependiente de la imagen de su líder, porque la portentosa y arrolladora personalidad del cómico Beppe Grillo, le presta unas características muy especiales, que lo pueden convertir en algo demasiado ceñido al personaje y, por lo tanto, en algo muy frágil, y por más que se insista en que las decisiones se toman en él de manera consensuada y democrática.

Y el cómo se maneje Grillo con esta situación en lo sucesivo y cuánto peso real, participativo, democrático en las decisiones, representativo y mediático sean capaces de alcanzar las demás cabezas del proyecto, visibles o no visibles, es la incógnita que pende sobre la viabilidad y continuidad de un movimiento político que ha unido a lo radical de sus postulados, la característica todavía mucho más novedosa, y seguramente aquella que le convertirá en pocos días en un objeto de la atención y el estudio universal, que es el haber subvertido los modos establecidos para el desarrollo de una campaña electoral moderna, en democracia, y en los tiempos de Internet, llevándola adelante de un forma muy atípica, pero exitosa. Y el éxito en política es el baremo absoluto, porque no existe pueblo que no se atenga al viva quien vence. Le espera al M5S una gran cosecha, pero es muy legítimo preguntarse si y cómo sabrán administrarla.

Y esta radicalidad de su campaña, no ya la del programa del partido, que también es mucha, ha consistido nada menos que en lo siguiente:

Rechazo a toda confrontación o debate con los demás líderes políticos desde el postulado (justo o menos justo y democrático, a saber, según los gustos) de considerarlos indignos y además, en lo que ha sido el leit-motiv permanente de la campaña, definitivamente muertos e inútiles para la modernidad y ajenos e irrecuperables para un futuro que no puede ser más que otro distinto. No les han gritado el ¡que se vayan!, sino su seguridad de que ‘os vais a ir porque los votantes os van a echar’, democráticamente, bien se entiende, y explicándoles por añadidura que ya no los consideran de este mundo. Y bien cierto ha resultado el vaticinio, pues han echado a 108 diputados de una tacada, que no es poca hazaña, y que ahora son suyos.

Rechazo, llevado a rajatabla hasta hoy mismo, a toda comparecencia en la prensa italiana y a prestarse a cualquier clase de declaraciones en sus medios.

Alfombra roja para las televisiones extranjeras, pero no a las italianas, a las cuales no han concedido entrevistas, comunicados, mensajes electorales, propaganda ni ningún otro tipo de material, y que les han contestado prácticamente de la misma manera, ignorándolos desde un primer momento, o casi, hasta cuando ya no le has quedado otro remedio que acudir a mendigar y luego a exigir que les permitieran su presencia en sus actos, apelando a su derecho a informar, y ante la magnitud del fenómeno.

Rechazo ¡y devolución!, ya efectuada y perfectamente atestiguada y destinada a micro créditos, de los fondos electorales percibidos por el partido en virtud de los votos recibidos en las regionales anteriores, y que se les entregan con cargo a fondos públicos, como igualmente ocurre en España y en tantas otras democracias parlamentarias, y que son, dichos fondos, el verdadero núcleo desde el cual, hasta hoy, cualquier partido consideraba que no era posible existir en política y aserto este que, también, han logrado demostrar falso.
Junto a ello, sus parlamentarios regionales ya electos y los ediles de las ciudades donde tienen representación desde los comicios locales anteriores, cobran el 25% de su sueldo y el resto lo destinan igualmente a un fondo con el que conceden micro créditos a muy pequeños emprendedores. Caso práctico: sus parlamentarios regionales sicilianos, con sueldos de ¡20.000! euros brutos mensuales, perciben 5.000 y entregan el resto para lo ya comentado. Cumplen así un punto de su programa que postula que los políticos cobren el equivalente a un buen sueldo medio-alto en Italia, pero no más, y aun menos cuatro o diez veces esa cifra. Y, al parecer y asombrosamente, lo llevan cumpliendo o al menos nadie les ha acusado de no hacerlo y eso, créanme, y en Italia, ya es de por sí bastante más que un milagro.

Realización de la totalidad de la campaña electoral misma SIN dinero, portento habido, logrado y alcanzado por estas tres vías:

  1. La donación de pequeñas cantidades y la prestación de manera gratuita por parte de sus militantes o inscritos de la totalidad de los servicios necesarios para la campaña, junto a la aportación de su trabajo y tiempo libre en la medida en que cada militante lo ofrezca, pero empezando por los cabezas visibles y los candidatos, todos aquellos con alguna responsabilidad en el partido y así hasta llegar a los de a pie, urgidos y solicitados todos ellos y llamados expresamente a contribuir con algo, trabajo o dinero en mínimas cantidades, pero no sólo con su voto, su presencia o su simpatía por la causa, expresamente rechazados, sino aportando su actividad, como directamente se les solicita tanto en el formulario para inscribirse al movimiento y como se les ha contado y repetido en cada mitin.
  2. El uso extensivo y exclusivo de los medios de la Red, utilizando un blog, ¡nada más que un blog!, como único centro desde el cual irradian sus comunicados, programas, actos, discusiones teóricas, contribuciones ideológicas, emisión de vídeos y textos y que es el empleado también para la inscripción de militantes y para proporcionar toda clase de informaciones, junto a la presencia masiva y ubicua en todas las redes sociales, Twitter, Facebook, etc..., para comunicar el día a día de la plataforma y toda novedad de interés, tanto en sentido descendente como ascendente. Y allí está todo, efectivamente, y cualquiera puede ir a verlo, a pocos click de distancia.
  3. El recurso tan antiguo, pero hoy fuera del alcance de casi nadie en esta vieja y descreída Europa, de acudir a los grandes discursos en una plaza, no otra cosa más que el antiquísimo mitin electoral, pero elevado a la categoría de obra de arte por el inigualable talento para comunicar de Beppe Grillo, nombre artístico del cómico y que no significa otra cosa en italiano que Pepito Grillo. 

El último mitin de campaña de Grillo, en Roma, el día 21, en la Plaza de San Juan de Letrán, un lugar que se presta a pocas confusiones numéricas, de enorme tamaño y símbolo de las concentraciones de la izquierda italiana durante muchos años, arrastró una masa enorme de seguidores, 800.000, según los organizadores y, aunque sin duda no fueran tantos, sí fueron con seguridad muchas veces más de los que cualquier otra organización política en ese momento podía concentrar en ninguna parte, teniéndose cualquiera de ellas que contentar con llenar más o menos un polideportivo con diez mil personas, y gracias, y como tan bien conocemos aquí, y desde hace ya demasiado tiempo. Y esta demostración de la fuerza del número se ha visto corroborada hoy por el resultado electoral habido, que ha llegado mucho más allá de las más aventadas de las previsiones.

Y ya se escucha un coro enorme y generalizado, de Oriente a América, y en toda Europa, de voces lastimeras y de rasgado de vestiduras, por una parte, y de perplejidad absoluta, por otra, ante el fenómeno. Porque es un recién nacido, pero es un recién nacido de veinte kilos y nadie tiene la más remota idea de cómo manejarlo y porque lo que transmite para los demás es pura y simplemente miedo.

Pero conviene no olvidar que se está tratando, junto con Francia, del laboratorio de Europa, si no del mundo, del lugar donde se llevan inventando desde hace dos milenios las tendencias, las buenas y las malas, que van marcando el futuro.

Es el país de los cínicos, de los prácticos y de los sinvergüenzas, pero también el de los constantes inventores de la modernidad, el de la imaginación y la creación, desde el derecho romano, abuelo de todos los actuales, a la banca misma, un invento toscano, a la ciencia experimental con Galileo y Leonardo, a la teoría política con Maquiavelo, y el país donde un hombre, Miguel Ángel Buonarroti, un siervo a fin de cuentas, se atrevió a gritarle al Papa desde la enormidad de su talento y viviendo después para contarlo, pero cuando el Papa era todavía un ser divino y dotado de poderes omnímodos, y donde se alumbró la proposición de una nueva juridicidad y trato para con los seres humanos, con César Beccaria, y el de la figura del héroe descamisado, pero victorioso, José Garibaldi, que exportó la revolución a dos mundos y el mismo que alumbró el primer hombre que construyó un reactor nuclear, que rompió el átomo y demostró la posibilidad práctica de hacerlo, Enrique Fermi, con lo que ello nos trajo, pero que también, cómo no, ¿nos suena acaso?, se tuvo que marchar con su música a otra parte para poder llevar sus sueños a la realidad.

Y este es el país donde, hoy, un cuarto de su población, indignada, desesperada, harta de ser engañada, robada, estafada y condenada a una existencia mucho peor de la que merece, pues son simples trabajadores en su inmensa mayoría y no parásitos, exactamente como aquí, de la noche a la mañana, se ha dado de baja del padrón de la política tradicional y se ha apuntado a imaginar y a inventarse otra cosa. Otra, pero muy, muy radicalmente otra. Nadie podemos barruntar ahora en qué dé el experimento, pero habrá que mantenerle los ojos y los oídos muy vigilantes y avizor. Tal vez solo sea un espejismo, pero también podemos estar asistiendo a la aparición de un nuevo paradigma sobre el modo de hacer política, con una implicación muchísimo mayor de la ciudadanía que, tal vez, haya encontrado una manera, original y diferente, de regresar al Ágora de Atenas, siempre un sueño, sin duda, pero que tantos llevamos guardado dentro. Porque es lo que todos aprendimos en el colegio, pero lo que también estamos todos cansados de oír que es un regreso a lo imposible y una quimera.

Hoy Grillo, el mago de la palabra, calla triunfante y hace de cigarra, guarda para el futuro. En su blog, su única forma de comunicación, se abstiene de toda intención de dejarse querer. Frente a la ingobernabilidad cierta y esgrimida por todos se ha limitado a suponer que se hará un gobierno de concentración, se entiende que sin él, todos juntos y revueltos, y a manifestar, con paciencia didáctica y franciscana, que la situación aguantará otros siete, ocho meses y que volverán a caer y que se irá a nuevas elecciones, cuando volverá a poner en marcha la cosechadora. Se ha limitado a repetir su mensaje, estáis muertos porque sois de otro tiempo. Y no, ya nadie irá a tomarlo como una boutade.

Pero, personalmente, no me parece su intención la de postular un cuanto peor, mejor, no es tan sencillo ni es solo eso, hay razones profundas que avalan su postura, y la primera, sin duda, la apelación a una idea general de justicia que todos poseemos y que hoy malvive pisoteada. Pero es verdad que los mercados hincarán el diente con nueva saña y que, en lo tocante a su partido, esto les seguirá beneficiando, pero a su país no. Si el postulado del M5S de que el sistema está acabado que, en lo fundamental a mí me parece que bastante tiene de correcto, si bien no intuyo a cuál plazo, y si esta idea sigue calando en la población italiana, no ocurrirá otra cosa más que el que seguirán creciendo y que irán gobernando progresivamente en más y más regiones y ayuntamientos y finalmente en todo el país.

De cómo lo hagan entonces y de que sean capaces de demostrar con hechos que sí gobiernan de otra manera en los ámbitos en que puedan hacerlo, y de que esta ‘diferente’ manera sea mejor recibida por la población, se la crea y vea sus efectos, dependerá el que este milagro o espejismo de hoy se conviertan en moneda política sólida. Y de lograr esto, sin duda el tsunami será exportable a otra escala y toda la política, en Europa, se encontrará frente a un desafío para el que no parece haber manual de tecnócratas que sepa acomodarlo.

Porque, por ejemplo, habla Grillo en sus discursos de algo tan sencillo como limitar por ley a una horquilla de uno a doce, por decir una cifra, la cantidad de diferencia salarial entre el sueldo mayor y menor de los percibidos en una empresa. Y leído así puede sonar raro y hacer pensar que incluye un innecesario inmiscuirse en asuntos de libertad empresarial ajena, pero confrontado esto al dato de que hoy existen empresas donde esta misma diferencia es de 1500 a 1, las cosas toman otra perspectiva, y aquello que no parece lógico por un lado, igual si lo acaba siendo si comparado con lo descabellado de la nueva cifra, y es como si se escuchara a Stiglitz, armado de su arsenal de números, y trazando líneas rojas. Y esto entonces no sería una reforma agraria o un venir a regalarle las tierras a los campesinos, a estilo de reivindicación decimonónica, pero tiene el potencial de producir en los teóricos del libre mercado sarpullidos mucho peores que tener la lepra, porque no cabe duda de que tal asunto, el de las graves desigualdades de trato económico, es una de las principales causas por las cuales nos hallamos en la situación en que estamos y con las poblaciones empobrecidas con respecto a hace diez, veinte o treinta años atrás, y que, por lo tanto, es algo de lo cual hay que hablar y tratar y sobre lo que antes o después habrá también que legislar. Legislar finalmente en otro sentido.

Esto al margen, me ha resultado hoy muy significativo un vídeo, de una de las candidatas triunfadoras del día, en el cual esta mujer, muy joven, solo dijo una cosa. El periodista se dirigió a ella como Onorevole, como es el uso social en Italia, y la neo-diputada le contestó: no, Onorevole, no. Ciudadana. Nosotros somos ciudadanos. ¿Cómo evitar leer en ese italianísimo o francesísimo Cittadino o citoyen, así espetado y como única consideración política sobre la efeméride, un eco meridianamente claro de la Revolución francesa y de su significado, cada día más olvidado?

Toda la política italiana es hoy un coro que no pronuncia otra palabra que ingobernabilidad, desviando el tiro del blanco en el cual efectivamente ha impactado. Porque lo que se lee verdaderamente en muchos representantes políticos no es otra cosa que el simple y puro miedo. Miedo no sólo a lo económico, y más que justificado, sino miedo a la realidad y al vacío frente a los cuales Grillo los ha colocado.

Escapa de mis fuerzas y posibilidades el traducir y editar al completo el vídeo de la intervención en la Plaza de San Juan el día 22, https://www.youtube.com/watch?v=b7duWlDJE8c en el mitin de cierre de la campaña de Grillo. Pero bien lo desearía, porque en mi opinión es un documento histórico y un momento fundacional de algo que pertenece al porvenir, y no solo al de Italia. Y todo este largo trabajo que me estoy tomando hoy, no tiene otro objetivo que la comparición con lo que ocurre aquí, en España, donde los problemas son prácticamente los mismos y la manera a la que se enfrentan a ellos los partidos tradicionales es esencialmente idéntica.

Tuvimos, o tenemos, un movimiento 15-M sustancialmente originado por las mismas causas, pero que no se ha traducido en votos ni ha sabido ser canalizado por nadie en dirección a un movimiento político, no sólo de indignación o insatisfacción, sacrosantamente justificada por políticas insensatas, injustas, antisociales e inhumanas, sino para crear con esos mismos mimbres, una plataforma de acción que pueda aspirar a algo tan claro y sencillo como conseguir el poder necesario para hacer lo que tantos creen imprescindible y para tratar de modificar lo que igualmente tantos están viviendo como no soportable.

Hoy tenemos un ejemplo ante los ojos, y aun con todos sus claroscuros, es sin duda la única luz que alumbra y apunta hacia una forma distinta de vivir socialmente y en comunidad, que es el terreno donde acontece la política, y que afecta a todos los seres humanos, incluso a aquellos que la desdeñan o no creen en ella.

Desde esta mañana existe, con el final del recuento del voto en Italia, un capital de ilusión, no un capital ficticio o solamente deseado, sino un capital humano capaz de obrar acciones poderosas, pero al cual sería imperdonable traicionar, pues constituiría una verdadera catástrofe moral y un abrirle entonces definitivamente las puertas a un nuevo fascismo, porque igualmente con su éxito o su fracaso, el resto del sistema está malherido, como reza el primer postulado de Grillo, que comparto. Pero si a este sistema no lo barre o siquiera lo restaura una acción, lo hará otra siguiente, pero que cuanto más tarde llegue, más desesperada será, y por lo tanto y potencialmente, será más peligrosa y la cirugía necesaria más invasiva y dolorosa.

Y ese es el desafío tremendo al que hoy se enfrenta un simple cómico de la legua, un actor, un payaso, un pancartero y un yayo flauta, según nuestros delicados usos, pero que como el flautista de Hamelin se ha llevado detrás, en un acto de prestidigitación incomparable, la cuarta parte de un país entero. Y nada más que gritando cosas razonables y verdades como puños desde una tarima, sin televisión, sin prensa, sin dinero y a base de Tuiteos, y para mayor Inri y escarmiento de sabedores y analistas del día después y de Todos sus Santos.

La izquierda italiana, hoy con la boca abierta de estupor, se palpa el traje y mira desesperada para intentar comprender cuándo y cómo le robaron la cartera. El día que se disponía a regresar al poder se ha desayunado sentada efectivamente en él, pero consciente de que ganar no le ha servido para nada y de que para dentro de dos cortes de pelo más le van a quitar también la huerta y la caja de herramientas y de que tal vez, en muy poco tiempo más, solo quedará capacitada para escribirle una dolorida y sentida carta a los nietos. —Sed buenos, hijos...—

Una buena mitad del discurso de Grillo, por no decir sus tres cuartas partes, lo tendría que haber hecho la izquierda italiana, desde hace mucho tiempo, como el discurso del 15-M nuestro tenía que haber partido de los Rubalcaba, Zapatero & asociados, y Cayo Lara Inc, junto a muchos otros. Pero no sólo para hacerlo por hacerlo, para hablar por hablar, sino para ponerse a llevarlo de los cuadernos de apuntes a la práctica, y cuando, además, tuvieron los votos y el crédito popular necesario para acometerlo. No lo hicieron así y la responsabilidad de las izquierdas italianas y españolas frente a sus votantes y a sus poblaciones crece y crece como una marea que al final será la marea que las rebasará a un lado y a otro y las llevará a una jubilación que ya solo cabe desearles y desearnos a todos que pueda ser incruenta.

Termino con un pequeño resumen del programa electoral del M5S, del que destacaré dos cosas. Que es un programa que en muy buena parte debiera de haber asumido la izquierda, en lugar de dejárselo robar por no haber querido o haber sido capaz de llegar antes a lo obvio, y segunda, que en aquellos otros aspectos más polémicos, es un reflejo de la paradójica modernidad de un mundo en el que muy pocos expolian a muchísimos, lo cual no puede traer otra consecuencia que un estado general de insumisión, de protesta y de rebelión, que llevará a la utilización, cada vez mayor, de instrumentos y expedientes novedosos para intentar revertir tan injusto estado de cosas. No se está hablando aún de revolución en las calles, porque afortunadamente se está empezando a hablar de revolución en las conciencias y en el aprendizaje y uso de nuevas herramientas y criterios que pueden ser igualmente poderosos para alcanzar el mismo fin. 

El programa resumido del M5S lo dejo abajo y me permito resaltar en él aquellos de sus aspectos que me parecen más novedosos:

1. Institución de la llamada Renta de ciudadanía. (Un pago, sin determinar, a cada ciudadano sin trabajo, sin plazo, y por el hecho de serlo).
2. Medidas inmediatas para el relanzamiento de la pequeña y mediana empresa.
3. Ley anticorrupción.
4. Informatización general y simplificación del estado.
5. Abolición de las contribuciones públicas a los partidos.
6. Institución del llamado “politómetro” para comprobar enriquecimientos ilícitos de los políticos durante los últimos veinte años.
7. Obligación de efectuar referéndums a propuesta directa de la población, sin necesidad de quorum previo.
8. Referéndum sobre la permanencia en el euro.
9. Obligación de discusión de toda ley instada por propuesta directa de la población, con voto no secreto.
10. Una única red de televisión pública, sin publicidad, e independiente de los partidos.
11. Elección directa de los parlamentarios al Congreso y al Senado (lo que aquí se conoce como listas abiertas).
12. Un máximo de dos mandatos electivos por cada político.
13. Ley sobre conflicto de intereses (Las aquí conocidas como leyes de Incompatibilidades).
14. Devolución o restauración de los fondos recortados a la Sanidad y a la Instrucción Pública.
15. Abolición de las financiaciones directas e indirectas a los periódicos.
16. Acceso gratuito a Internet para toda la ciudadanía.
17. Abolición del impuesto de bienes inmuebles sobre la primera vivienda.
18. No pignorabilidad de la primera vivienda.
19. Eliminación de las provincias (por sobreentenderse que con las regiones, nuestras comunidades, es suficiente).
20. Abolición de la entidad mixta que gestiona los impuestos (y se entiende igualmente que para devolverla a una agencia estatal, exclusivamente).

Nada más, y nada menos.

A estos veinte puntos, que son solo un extracto del programa total, amplísimo, que se puede consultar en el blog del M5S, se le añadió, como instrumento de campaña, una carta de Beppe Grillo a los italianos llamándolos a un voto auténticamente participado, y no a entregarle su delegación en blanco a un parlamentario.


Texto de la carta:

Italia tiene que convertirse en una comunidad, nadie tiene que ser dejado atrás. Es intolerable, es inhumano ver filas de desplazados, de desahuciados, de desempleados comiendo en los comedores de Cáritas, mientras que quienes han sumido al país en la miseria se mueven con escolta, en su coche azul (el color de los vehículos oficiales), carentes de toda preocupación económica.

Los partidos son los primeros responsables de esta situación, han ocupado el Estado, lo han malvendido, lo han vaciado desde dentro. Y hoy, estas personas se presentan, gracias a los periódicos y a las televisiones que controlan, como los salvadores de la patria, precisamente ellos, que la han hundido y utilizado exclusivamente para su interés.

Italia tiene una presión impositiva de las más altas del mundo, una de las mayores deudas públicas, una tasa de desempleo, en particular el juvenil, que ha llevado a la emigración, en pocos años, a un millón y medio de jóvenes italianos, diplomados y doctorados con el sacrificio de sus padres.

Es hora de decir ¡Basta!, tiene que acabar esta comedia o se acabará el país. No nos queda más tiempo, tenemos que mandarlos a todos a casa. A todos aquellos que forman parte de este sistema podrido. Tendrán que marcharse, desaparecer, pero antes tendrán que justificar su eventual enriquecimiento.

Yo no pido tu voto, no me interesa tu voto sin tu participación en la cosa pública, sin que te involucres directamente. Si tu voto para el M5S es una simple delegación a alguien para que decida por ti, no nos votes. Este país solo podemos cambiarlo juntos. No hay otra alternativa.

Salgamos de la oscuridad y volvamos a ver las estrellas. El estado tiene que proteger a sus ciudadanos o no es un estado, y por esto tiene que constituirse una Renta de ciudadanía.

Yo soy estado, tú eres estado, nosotros somos estado. Vamos a recoger de nuevo Italia.

Beppe Grillo.


Quiero concluir diciendo que no soy un militante de este partido, por más que cualquiera a estas alturas estaría en todo su derecho de afirmar que lo parezco. Pero sí le manifiesto mi simpatía, aunque con no pocos matices y apuntando el espanto que me produce la presencia de una cierta carga de demagogia, y sueño con poder contar aquí, pronto, con algo que me pueda mover a una ilusión parecida, y no solo, sino con un movimiento más amplio, transversal como se le dice ahora, que nos una a estos países rapiñados por la codicia de unos pocos de nuestro mismos compatriotas y de las fuerzas oscuras, no, clarísimas, a las que representan y sirven, so capa de representar a la ciudadanía.

Sueño con una Internacional de Pepitos Grillo, capaz de alguna eficacia.

viernes, 8 de febrero de 2013

La paciencia


En estos tiempos enredados, más enredados que tumultuosos, puesto que tumultos, en realidad, y para la sorpresa y el preguntarse de muchos, casi no los hay, aun sobrando los motivos, esto es precisamente lo que más cabría ponderar de ellos, su asombrosa paz social.

La extraña disciplina y la mansedumbre del común, verdaderamente bíblica, o paciencia cartuja, como se decía de antiguo, se supondría bien reñida con el alma supuesta de un pueblo con tanta fama de anárquico e indisciplinado, de ingobernable y orgulloso, y esto es lo que más choca del momento actual. Ese mal retrato que siempre se realiza al hablar de idiosincrasias, o de genéticas sociales, no se corresponde hoy en absoluto con el que se puede palpar en la calle. La gente, es cierto, está en su mayoría enfadada, preocupada, dolida, irritada, molesta y manifiesta un alto nivel de inquina verbal, pero sin embargo no está agresiva ni a la que salta, acechando y conspirando, peligrosa, amenazadora y revolucionada, camino de las barricadas. 

Y no se comprende cómo sigue siendo posible. Porque las cifras económicas con sus correspondencias tangibles y terribles de paro infinito, de hambre al acecho, de niños mal alimentados (porque sí, ya estamos en esas, los años 40, pues) de pérdidas continuadas de derechos, de desaparición de servicios junto a la duplicación de los precios que se pagan para seguir recibiendo los que quedan, de pérdidas de calidad de vida en general, por no hablar de la calidad de la vida democrática, reducida a una caricatura grotesca, más los seis años de crisis agudizada y aparentemente inacabable, con el espectáculo pornográfico, pero apto para todos los públicos, al parecer, que nos llevan dando la clase política y los diferentes poderes, atrapados o voluntariamente inmersos en una espiral de incapacidad, corrupción, vergüenza y desprecio de gentes que nos va dejando sin palabras para describirla, más la percepción no, la evidencia, de que habitamos un estado permanente de estafa, en todos los sentidos, bien podrían habernos traído la contrapartida, que resultaría comprensible, de haberse desencadenado toda una serie de conflictos sociales de mucha mayor intensidad y magnitud de los que realmente tenemos. Y con ellos, una esperanza de cambio.

Porque en el lado positivo, solamente hemos cerrado un capítulo atroz, el del terrorismo, de lo cual no seré yo quien se queje, pero del que puede decirse que ha sido el único logro del último decenio. Pero que finalmente incluso este logro pueda constituirse en un plazo aun desconocido en un problema cerrado en falso y que acabe ocurriendo como en tantas guerras, que se gane la guerra, con todo su corolario de discursos y fanfarrias, y se pierda la paz, no parece del todo desencaminado postularlo, porque en lo tocante al ajuste final del viejo problema territorial español, ni la última palabra está dicha ni el horizonte permite barruntar la más mínima facilidad. Porque no solo no se ha solucionado nada, sino que los presagios del futuro lo único que indican es que se agravará.

El estado de las autonomías se fabricó ex nihilo desde la voluntad de buscar una respuesta al problema territorial, aplastado y silenciado, pero enconado aun más, bajo la apisonadora del franquismo, y en el entendimiento de tratar de evitar un nuevo estallido civil por esta causa, lo que no cabe duda que fuera imprescindible, y de ahí el raro consenso casi generalizado que se logró en la transición para aplicarlo. Pero el coste de evitar esta guerra, acción en sí loable por parte de quienes la acometieron, ya podemos ver hoy que ha sido incalculable y, económicamente hablando, me temo que casi el mismo de dicha guerra, aunque habiéndonos ahorrado, afortunadamente, su corolario de barbarie, lo que nunca será poco.

Pero el número de gastos, de duplicaciones innecesarias, de concesiones sin sentido, de falta de igualdad en las prestaciones elementales debidas a la ciudadanía, entregadas a una fragmentación risible e inoperante, junto a la brutal corrupción, multiplicada por diecisiete veces, a la que el nuevo modelo territorial nos ha llevado, no permiten ciertamente congratularse con él, porque dio innecesariamente y de más a quien no lo pedía y de menos a quien sí lo exigía y generaba el problema, y para acabar resultando, además, de una parte, en una previsible carrera de muchas de las autonomías para devolver competencias, aquellas deficitarias, naturalmente, y lo cual es un renovado ejemplo de la insolidaridad que generan estas estructuras superpuestas, redundantes y barredoras exclusivas para casa, y de la otra, en que quienes pedían o aspiraban a la independencia, o a un modelo diferente, pero que nunca se intentó sustanciar, ni siquiera de lejos, aunque habiendo podido siquiera plantearlo, sigan aspirando a lo mismo, pero con mejores perspectivas. Es decir, y en román paladino, que para este viaje sobraron tamañas alforjas.

Y la consideración sobre la insolidaridad habida y la desigualdad impuesta a los iguales son el verdadero punto a considerar. La ley electoral ha propiciado un esquema muy desequilibrado en lo tocante al valor del voto, según donde se emita, y cuyo principal resultado es el de haber legalizado una palpable injusticia distributiva de la representación popular en el caso de las elecciones generales, que no en el de las autonómicas, pero que es algo tan grave, y seguramente a la larga tan destructivo, como el pésimo reparto de la riqueza económica, en regresión constante de treinta años a esta parte.

Se ha generado una aristocracia de partidos absolutamente desequilibrada y forzosamente generadora de inquinas. Aristocracia en el sentido de que algunos de ellos, en concreto los nacionalistas, se vieron ampliamente favorecidos, por causa simple de su lugar de nacimiento, para situarlos muy por encima de su valor real, que sólo cabe medirlo en votos, multiplicando de esta forma su peso en el juego político, y por lo tanto su visibilidad, su capacidad de determinar decisiones y de producir desequilibrios a su favor, que ocurren entonces en un sentido claramente anti mayoritario, entendido sobre la mayoría de todos los españoles y, por lo tanto, necesariamente anti democrático. Los españoles NO son iguales ante la ley electoral para el caso de las generales, y el parlamento, por lo tanto, no los representa adecuadamente, y esto, ya en origen, los hace a unos menos españoles que a otros, con el Inri añadido de que eso es probablemente lo que no se deseaba producir.

Porque incluso la misma ley D’Hondt, tenida por tantos como un mecanismo generador de injusticias, que lo es, de ninguna manera lo es tanto, ni de lejos, si comparada con el mecanismo descrito arriba, pues aun variando los pesos en un sentido y otro, esta discriminación, de no mediar la añadida a favor de los partidos autonómicos, actuaría simplemente en contra de quienes tuvieran menos votos y a favor de quienes tuvieran más, pero por igual, es decir, si resultara que el partido nacional menos votado fuera el PSOE, o el PP, por poner un ejemplo, estos serían discriminados en su contra de igual manera que hoy lo son Izquierda unida o UPD, pero, curiosamente, no es hoy precisamente el día en que esta hipótesis pueda ser solo un brindis al sol, pues los últimos sondeos hablan de desplomes electorales de los partidos más votados y de sustanciales mejoras de los terceros, cuartos o quintos en discordia. De continuar la crisis con esta intensidad, y de enrocarse el liderazgo de los principales partidos en sus posturas actuales, no es del todo impensable un paisaje imaginario donde uno u otro o incluso ambos, acaben probando la misma medicina que le llevan administrando treinta años a los demás. Sería un precioso ejemplo de justicia poética o del síndrome del alguacil alguacilado. ¿Correrían todos ellos entonces a enderezar este trípode cojo en el que nos cocinan las paellas, en las que se queda todo el jugo de un lado y en el otro el arroz seco y abrasado? No sería descabellado suponerlo.

Sin embargo, el hacer responsables de los desequilibrios y de eterno ‘anti españolismo’, para entendernos, como se hace a diario, a los partidos nacionalistas autonómicos, que simplemente fueron agraciados con la concesión, en lugar de reprochárselo a quienes la concedieron, no es más que un ejercicio de burda falacia política. Pues haberlo pensado antes, como reclamaría cualquiera. Porque cuanto menos iguales se hace a los ciudadanos entre sí, discriminando el valor de su voto por mera razón de nacimiento o residencia, más se les empuja hacia el territorio de la dispersión, hacia el habitar un sentimiento centrífugo; pero esto no fue responsabilidad solo de los partidos nacionalistas, sino de quienes les hicieron el juego hasta más allá de sus propios intereses. Y esto se paga, y lo hemos visto, con la imposibilidad cada día más evidente de generar una redistribución solidaria e igualitaria de bienes (y de males), pero que es, se supone, lo que se tiene que esperar de una entidad que se llama a sí misma estado. Y se pagará, aún más, con las reclamaciones de autodeterminación que puedan venir. Y que vendrán. 

Y, retomando el origen o la idea del artículo, que es la de la paciencia, creo que se genera el siguiente efecto. Desengañada por completo la población en lo tocante a la capacidad de sus dirigentes para llevar los asuntos del común por vías donde impere algún tipo de equidad y de decencia, y siendo este sentimiento, en muchísimos casos y sin duda, apolítico, pero sí generado por algo que la gente posee universalmente, que es el sentimiento y seguramente el conocimiento universal de lo que es justo y de lo que no lo es, las soluciones no se buscan (ni se encuentran nunca) a este nivel, pues de hecho no es ese el trabajo de la ciudadanía, puesto que para desempeñar esa labor teórica y práctica ya supone esta que tiene a sus especialistas y a los representantes pagados para desempeñarla, pero que, al no atender a esta labor como el común imagina que debieran hacerlo, y siendo evidente cuáles son los resultados, lo que se produce es un claro desacople entre el gobernante y el gobernado, y se generan la desafección y la abulia, esta última, sin duda, la forma más negativa de la paciencia.

Además, en este modelo fragmentado, con diferentes poderes mal superpuestos, muy a menudo contrapuestos los unos a los otros, incluso los de un mismo sustrato ideológico (el asunto del euro por receta, por ejemplo, que sería paradigmático de esta absurda manera de obrar), pero igualmente percibidos de manera unánime como injustos, costosos e ineficaces, ha llevado al resultado de que la población se desentienda finalmente de todo ello y dé en creer en otros dioses, o inventárselos, hasta el punto de que el primero que aparezca con un dios desconocido, pero plausible, al que adorar, se llevará seguramente toda la mies, y tendremos servida la siguiente autocracia o tiranía, tan propias del lugar como el turismo o las pipas, por otra parte.

Además, el ciudadano catalán, por ejemplo, con su alma bilingüe, con su apego a sus peculiaridades, con su lealtad a los suyos, pero hoy, desde luego en Cataluña, tan poco merecedores de encomio como tantos otros poderosos de ámbito, llamémoslo nacional, se tiene que sentir más cercano a ellos necesariamente, primero, porque son SUS ladrones, y no los percibidos como ladrones ajenos, lo cual marca bastante y, segundo, porque la alternativa españolista, por llamarla de alguna manera, se entiende como madrastra, no como madre, porque España es cada vez más la Mater dolorosa, aquí y en todos los allís que reniegan de ella, pero ya no es una vieja digna, sino una que hoy muy difícilmente puede hacerse querer por nadie. ¿Qué atractivo puede ofrecerle España en este momento a esta ciudadanía, por lo demás, relativamente privilegiada en lo económico?, ¿es que acaso es un país que llama y llena, que merece que se miren en su espejo, que ofrezca un sentido de mejora social y económica, un proyecto de futuro? No es así, por más que incluso me duela escribirlo, y ya tampoco son estos tiempos aquellos otros en el que el asunto se podía solucionar, y se solucionaba sometiéndolo y remitiéndolo, ad calendas graecas, con una cabalgada victoriosa. Porque el problema de hoy, parece, no es otro que el de las calendas que finalmente caducan, y porque el dilema ya se parece demasiado al del adolescente  que tasca el freno en casa pero, ¡ay!, en esa casa además de recibir órdenes incomprensibles y de reinar el desorden, ya malamente se come. ¿Que hará en cuanto pueda el mozo? Se irá de casa, y el que tenga tal vez que solicitar el regreso a sus cuarenta, como hijo pródigo, no es asunto que preocupará a ningún adolescente hambriento, como tampoco los gritos desaforados de su padre, por supuesto. 

Hoy se escucha con frecuencia, pero solo a ras de tierra, a nivel popular, que es donde se cocinan los murmullos que más tarde se hacen ideología, y no por supuesto en las tribunas, algo que no se oía hace diez o quince años y que nadie concebiría entonces como procedente del españolismo, o del centralismo, y ya no solo en charlas de taberna, sino por boca de personas preparadas y juiciosas. ¡Que se vayan!, que se vayan los catalanes, los vascos, los gallegos, que se vaya todos los que les dé la gana. Los de Murcia y los de Madrid también, si les cuadra. Nadie quiere una guerra, nada la vale y, ¡bendito sea Dios!, bueno es esto, pero lo que se rinde es la idea, no solo de infinita tolerancia, o bondad o comedimiento, porque lo que verdaderamente se manifiesta es un sentir, justificado, qué duda cabe, de infinito hartazgo, de insufrible hastío, de derrota intelectual y moral. Es la constatación de la impotencia, del estado final de enfermedad del organismo. Vencidos, mi señor don León Felipe. Vencidos como de costumbre.

España ya no es modelo para sí misma, ni para nada ni para nadie, carece de cualquier atractivo para sí misma, es la pura desconfianza en el futuro y el paradigma de la rendición por agotamiento y agobio, padecidos de uno a uno por sus eternos súbditos, y patente en los que quieren marcharse a otro país, en los que quieren irse con el suyo a otra parte y en aquellos a los que les da igual quedarse o no les queda ya otro remedio que aguantarse con lo queda de este. Parecemos la figura del perro apaleado y hambriento, que huye a no se sabe dónde, y se arrimará a la primera sombra que le parezca un amo. Y lo parecemos igualmente los que se vayan y los que se queden también.

Es la desesperanza obrando desde una realidad que acobarda. Y ni siquiera son las llamadas a la regeneración un clamor unitario, una exigencia gritada desde la calle de manera continuada y que hagan imposible la acción de gobierno, o de desgobierno. El devenir normal prosigue de la misma manera, quienes trabajan acuden a ello más o menos en beatífica normalidad, quienes no, lo mismo. Unos, desesperados o simplemente derrotados por el cansancio, entregan a sabiendas su papeleta a trileros y golfos, otros, a nadie y se esconden en la esperanza del no ser, otros se la siguen dando, fuera de toda reflexión, a quienes ya se la entregaban sus abuelos, por Dios, por la Patria y el Rey, murieron nuestros abuelos, por Dios, por la Patria y el Rey, moriremos nosotros también...

 Y... ¡Tachunda!, como concluiría Sánchez Ferlosio.

Daría la sensación de que el plan general es el de asistir impasibles al derrumbamiento, a un hundimiento merecido e inevitable, versión Bruno Ganz, un sentarse a esperar el desmantelamiento de la existencia estructurada del estado en todas su vertientes, primero se dejará de percibir el paro, después las pensiones, al colegio irá el que pueda, comerá a quien le alcance y el apéndice se lo quitarán sólo al que se lo merezca, según criterio, económico, por supuesto, a establecer por el FMI. Finalmente el estado en sí será repartido, despiezado, entregado a la iniciativa privada o a la caridad de las naciones, cada cual se dirigirá a donde y a lo que crea con su pedazo de terruño en el bolsillo, y el entramado social mismo será entregado a cambio del único valor ético que todavía goza de alguna estimación, el imprescindible pago de los intereses de la deuda, que heredaremos hasta en el infierno.

A España ya no la quiere ni su novio, por pelandusca y porque solo la mueve er mardito parné. Las más altas instituciones que la encarnan han perdido cualquier aura institucional que las siga protegiendo de verlas como son en la intimidad, con las medias caídas, traficando con la esponja y la palangana y ajustando el precio con el siguiente cliente. La imagen será todo lo de panfleto decimonónico y desagradable que se quiera, lo admito, pero los usos que llevan a proponerla y a que siga siendo válida y la entienda cualquiera son los mismos. Hemos vuelto a perder el tren de los tiempos, o mejor dicho, a coger el nuestro, de ancho distinto al del universo, y cada cambio de siglo nos sigue pillando con el paso cambiado desde hace cuatrocientos años, que se dice pronto. 

Se irá Cataluña del país, cómo no, y se marchará el estado de sus obligaciones igual que de sus territorios, la gobernación se irá de los gobernados, que nunca los gobernados de la gobernación, eso nunca, la paciencia, ya saben... la población, la que pueda, escapará a otros lugares, y los que no se marchen cada cual irá a recogerse en su tienda de campaña o a quienes les quede aun, a su casa, y Dios y el hambre en las de todos. Como en cualquier pestilencia medieval. Como siempre.

Gran virtud la paciencia. Qué duda cabe.

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lunes, 4 de febrero de 2013

El caso Bárcenas


Escribir sobre el caso Bárcenas, dada la magnitud de sus dimensiones, tiene su dificultad y sus insidias. Las insidias son que resulta muy fácil sentirse impelido a darse a exabruptos, porque no es fácil levantarse por encima de la común y la propia indignación por el estado general de corrupción en España en este momento, situación de la cual este caso ciertamente es el culmen y la perfecta cúpula que merece tamaño edificio, sin deslizarse por causa de ello hacia consideraciones que hagan perder la ecuanimidad necesaria y con la que nunca viene mal intentar escribir.

Las dificultades son otro cantar. Lo son porque el caso resultará en una verdadera causa general, como tan acertadamente titulaba el asunto el diario La Razón el 2 de Febrero de de 2013, para después quitársela radical y definitivamente a sí mismo concluyendo que no había razones para tal causa y realizando así un ejercicio de majadería periodística difícilmente superable, por cierto, mediante el cual un texto desmiente de arriba abajo el titular, en este caso, de verdad afortunado, que lo encabeza. Fue un artificio que podría ser razonable en prensa humorística, en El Jueves, por mencionar una cabecera, pero que no resulta de recibo en prensa política, o llamémosla simplemente seria, o con pretensiones de ello.

Y habrá causa general porque finalmente se ha hecho patente, aunque por la vía más oscura, sospechosa y catacumbal de las posibles, lo que cualquiera sabe si conoce del funcionamiento de las cosas del lugar. Porque el que más y el que menos todos conocemos el mecanismo real de tal funcionamiento, pero casi nunca resulta demostrable este.

Pero hoy, felizmente y gracias a un cuatrero, por cierto, que no a una eminencia científica, los elementos para cerrar el encaje de una teoría completa y casi cerrada de la corrupción en España desde la post transición hasta ahora mismo están todos sobre la mesa, y ya no podrá ni siquiera la justicia, por la parte de la aplicación de la injusticia que le corresponda o que quiera venir a aplicar, disimular, ocultar o hacer desaparecer este saber, ni podrá actuar tampoco como inquisición al servicio del poder, pues aunque lo haga y absuelva finalmente a presuntos culpables y condene por contra a falsos delincuentes, como fue el caso del juez Garzón, represaliado por tirar de la manta de Gürtel, no podrá ya silenciar más tiempo las verdades de Galileo, como no pudo la Santa Inquisición, y porque además Galileo, hoy y aquí, no es un individuo, sino una gigantesca coral.

Porque los papeles han escapado del cajón y demuestran lo que tienen que demostrar, igual que el telescopio de Galileo reveló de manera inapelable la danza maravillosa de las lunas de Júpiter, no existiendo ya forma de regresar a un estado de desconocimiento anterior a ello. Los papeles de Bárcenas marcarán un antes y un después, como los pactos de Toledo, y el que tal cosa haya ocurrido por un azar, y no por voluntad política expresa de nadie, es indiferente. Marcan una raya y señalarán seguramente un futuro menos bipartidista y más transparente y obligarán a una reflexión cuyo único resultado no puede ser otro que un aumento de los controles y de las obligaciones de fiscalizar las decisiones políticas. Porque la alternativa no existe, o no al menos en este momento.

La causa general, y a despecho de quien le moleste, está servida irremediablemente en su vertiente sociológica, al margen de que lo acabe estando o no también en su vertiente procesal o penal y su esqueleto, grosso modo, aunque no jurídico, pero tan real como como los doblones y los euros que constituyen sus huesos, aunque bien se entiende que a mi exclusivo parecer, intentaré exponerla más abajo, no sin anteponer una advertencia. Los datos recabados, como tales, están hoy suficientemente claros en el caso del PP, pero esto no excluye la hipótesis harto probable de un comportamiento más que similar, por inevitable extrapolación, en otros partidos igualmente envueltos en prácticas que, en numerosos casos, ya han sido juzgadas y despachadas por la ley con sentencias de culpabilidad, y una y otra vez.

CIU, PSOE, y varios partidos más, en todas partes del país, han adolecido o adolecen de la misma enfermedad, devastadora, contagiosa y gravísima, y necesitan imperativamente la misma cirugía, y por lo tanto habrán de ser investigados igualmente, porque esta causa, por general, lo será ya al sistema todo, y a la muy culpable ausencia en el mismo, definitivamente voluntaria, de transparencia, ausencia que es del todo imprescindible para que los comportamientos delictivos puedan extenderse y cuajar exitosamente. Porque el delito (o la falta) no es solo el de la ocultación a Hacienda de unas cantidades x, sino uno anterior e infinitamente más grave, sin duda, que es el de permitir, por medios legislativos, que se creen las situaciones necesarias para favorecer la existencia de estos comportamientos, con la agravante adicional de la más tradicional figura retórica del corpus legislativo español, la del choteo, es decir, de que cada ley proclame todo lo contrario de aquello para lo que verdaderamente sirve.

Delitos los habrá siempre y el responsable de ellos es el delincuente. Pero cuando la comisión de un delito se vea favorecida, bien por la aplicación de la exquisita figura jurídica de la vista gorda’, bien por la connivencia, evidente, a la vista de ciertas normativas, entre el delincuente y el legislador, que pueden llegar a confluir, no raramente, en la misma persona o asociación de ellas, o bien por la insuficiencia o inexistencia de leyes para evitarlo, más la falta de voluntad, una vez constatado el delito, en castigarlo, y si a ello le añadimos  además, la proverbial agilidad de la justicia, más la existencia de unos tiempos de prescripción más cortos que el propio procedimiento judicial, lo cual, desde luego, es bien significativo por sí solo, la condena efectiva de responsables se convierte en prácticamente imposible y esto no puede hacer otra cosa más que estimular los comportamientos delictivos, en particular, como es el caso, en todo lo que se refiere a los delitos económicos.

Y vamos, pues.

Los partidos políticos gozan, desde la transición, de unas vías de financiación que les han sido legalmente asignadas para poder desempeñar sus funciones. Reciben, de un lado, financiación pública en función de los votos obtenidos en las elecciones anteriores, además de por otra amplia variedad de conceptos. Esta vía de ingresos, pues, se nutre de caudales públicos que proceden de las distintas administraciones, son dinero de todos los ciudadanos, de aquellos que les votan y de quienes no, y se perciben con cargo a los presupuestos del estado, de igual manera que se sufragan la sanidad, la policía, la enseñanza, la iglesia católica o cualesquiera otros servicios que, por una u otra razón se hayan querido entender, legalmente, como públicos.

De otro lado, los partidos reciben las aportaciones obligatorias de sus afiliados. De otro más, pueden percibir donaciones que han de declarar y, estas, desde 2007, no pueden ser anónimas ni superar por persona física o jurídica determinadas cifras anuales, limitadas por ley para que un exceso de donaciones o de las cuantías de estas no pueda torcer la voluntad popular,  beneficiando demasiado a uno u otro partido. No puedo extenderme aquí en los muchos detalles jurídicos y fiscales, pero remito a estos documentos a quien pueda estar interesado, el primero en cuentas claras.orghttp://cuentas-claras.org/la-financiacion-privada-no-es-de-dominio-publico/ y el segundo en Practicopedia: http://educacion.practicopedia.lainformacion.com/politica/como-se-financian-los-partidos-politicos-12862
Y, ni que decir tiene, cualquiera puede acudir a las fuentes legales directas, que son de dominio público.

Con los ingresos arriba mencionados, los partidos pueden actuar como personas jurídicas. Les está permitido, por lo tanto, solicitar créditos a la banca y pueden constituir patrimonio, es decir, convertirse en propietarios de inmuebles o hacerse titulares de fondos como cualquier persona o empresa y tienen la obligación de administrarlos adecuadamente y conforme a la ley, pero esto implica también que, si son capaces de ello, pueden incrementar de forma continuada su patrimonio, con el correspondiente lucro, y que solo a ellos corresponderá el cómo aplicarlo y administrarlo, cumpliendo determinados requisitos.

El capítulo impositivo al que también están atenidos los partidos incluye una amplia variedad de exenciones fiscales, empezando por la del IBI de sus inmuebles y que están bastante bien explicadas en este documento de Libertad Digital http://www.libremercado.com/2012-03-01/lo-que-no-cuentan-partidos-sindicatos-y-patronal-sobre-sus-privilegios-fiscales-1276451688/ y aunque no suele constituir este grupo mi alimento espiritual habitual, y a pesar del insultante y estúpido final del texto al que remito, lo dejo aquí porque sí deja expuestos con bastante claridad los extremos más interesantes del asunto, entre ellos, uno quizá no demasiado conocido, el de que las entidades sin ánimo de lucro, entre las que se cuentan expresamente los partidos políticos, sí pueden darse a prácticas comerciales lucrativas, siempre que estas  no superen anualmente el 40% de sus ingresos totales. Es decir, que legalmente los partidos políticos (y las asociaciones sin animo de lucro) son en realidad asociaciones con ánimo de lucro, aunque desleido este al 40%, y si es que sabemos la ciudadanía leer en castellano. Y esto, por supuesto, tiene considerable enjundia.

De todo este fárrago, la conclusión que me interesa es que las fuentes de ingresos de los partidos están en cierta medida acotadas, con laxitud pero acotadas, mientras que las necesidades de presencia y propaganda de estos, en su lucha inevitable por adquirir mayor peso que sus rivales en la transmisión de sus mensajes y programas y dentro de un cercado donde las posibilidades de lo que pueden hacer unos son hasta cierto punto y obligatoriamente las mismas que las de los otros, los lleva forzosamente a todos o a buena parte de ellos a buscar otras vías de financiación que las que marca la ley. Sus gastos crecen, sus ingresos no, y el cóctel queda servido. Y algo hay que hacer.

Y aquí es donde empieza el baile de las casualidades, que en política casi nunca lo son, como tan bien apuntaba John Le Carré. Así que una serie sucesiva de leyes, pactadas, por cierto, entre PP, PSOE y CIU, descentralizó enormemente la gestión del territorio, aduciendo unos supuestos que, en su enunciado, tampoco parecían exactamente un disparate, pero cuya puesta en práctica sí lo resultó. Los ayuntamientos pasaron a gestionar directamente los terrenos de sus términos municipales, a ser responsables de su uso y calificación (y recalificación, auténtico ábrete sésamo de todo el asunto) y un nuevo campo anchísimo de maniobras, de especulación, de beneficio rápido y de captación de comisiones y porcentajes quedó libre, no sólo para la iniciativa privada, tan buena como mala según a qué y cómo se aplique, y sometida a cuáles regulaciones, sino que, a la hora de la verdad, dejó elegantemente en manos de los partidos políticos la llave del cofre del tesoro. ¡Y qué tesoro! 

Toda la gestión urbanística y de infraestructuras, es decir la joya de la tarta de la administración del estado, quedó a libre disposición, en la práctica, de la voluntad de la mayoría política de cada lugar, ayuntamiento o comunidad autónoma y, ¿casualidad añadida también?, la imposición gradual desde arriba del bipartidismo, bastante antinatural por estos pagos, dicho sea de paso, llevó a que la simple  existencia de una mayoría significativa de unos u otros partidos, y por no decir ya en los casos de mayorías absolutas, tan abundantes en virtud de lo anterior, les permitiera a estos imponer su ley, criterios y voluntad sin tener que verse sometidos a las cortapisas que impone la necesidad de lograr un consenso cuando quienes tienen que disponer y mandar han de hacerlo operando a dúo o algo más mancomunadamente desde diferentes opciones políticas, es decir, ateniéndose a negociación, y añadiendo además a estas no desdeñables ventajas del poder obrar sin oposición, la adicional y nada despreciable de una ausencia casi generalizada de exigencias legales de transparencia que fueran obligatorias para tener que explicar y argumentar desde ellas decisiones, financiaciones, adjudicaciones, necesidad y monto de las mismas y otro sinfín de asuntos de muy elevado interés ciudadano pero que, sin embargo, salieron y salen adelante en su mayoría sin posibilidad de discusión o acuerdo entre partes, y por la también acreditada y expedita vía jurídica del trágala, pero vendidos siempre a la opinión pública como necesidades perentorias. Con todo ello, quedó alumbrada así una casi ley natural sucesoria entre mayorías, no escrita, pero funcionante y que podría enunciarse técnicamente como: este cuatrienio hago yo lo que me sale de los cojones, que al próximo lo harás tú, y no pidas muchas cuentas que, si no, las pediré yo también, terminando por cerrarse así un círculo de cuyas consecuencias bien nos vamos haciendo dolorosamente conscientes en este momento. 

Con estos antecedentes, la posibilidad de la toma de un ayuntamiento por parte de un gánster con aficiones políticas pasó entonces del territorio de la imaginación al de la realidad, como lo demostró, sin necesidad de dar hoy más explicaciones, el caso de Marbella y Jesús Gil. Un término municipal entero y completo fue vendido por parcelas al mejor postor, y no queda hoy en el mismo, y el caso es verdaderamente paradigmático, un trozo de terreno municipal libre donde poder construir un ambulatorio, un cuartel de bomberos, un cualquier edificio de uso público. Antes habrá que rescatarlo, a golpe de euros, del privado al que se le adjudicó la parcela, a cambio de regalías. El caso terminó como todos conocemos y la Justicia acabó tomando cartas en el asunto y el ayuntamiento fue intervenido, pero solo cuando ya el saqueo había concluido por falta literal de qué más poder saquear. El daño público causado fue extraordinario, las condenas penales punto menos que ridículas y algunos flecos del asunto aun siguen en pleitos quince años después y los que queden.

Pero el maestro dejó escuela y cundió el ejemplo, y en la siguiente fase, lenta pero segura, ya apercibidos en parte, y por lo tanto más cuidadosos, pero deslumbrados sin duda por el tamaño de los jamones que prometía el cochino, primero unos pocos, después muchos, finalmente una multitud, fueron los políticos quienes emprendieron el camino opuesto al del Tío Gilito. De políticos a gánsteres, pues, y aunque delitos de sangre, no, sí carta blanca para todo el resto. Y la escala esta vez ya no fue la de un municipio, sino la de las comunidades autónomas que, sumadas ellas, son el país entero, pago más, pago menos.

Y no quedó la banca, aunque no sea el objeto de este artículo, ajena al festejo, aunque con una variante a considerar, la de las Cajas de Ahorros. Estas antiguas entidades captadoras del pequeño ahorro popular, con presencia capilar en cada provincia, pasaron en su casi totalidad a ser controladas por los partidos políticos en el ámbito de cada comunidad autónoma para sustanciar de alguna forma las finanzas de las mismas. Para qué se acabaron usando y cómo acabó el asunto ya lo conocemos todos, así como las deudas brutales que generó la bacanal de gastos y créditos innecesarios y peligrosos; en particular, de los que no cabe pensar otra cosa que la mayoría de los más gravosos y de los más inútiles no fueron acometidos por otra razón más que para lucrarse de las comisiones que generaban, fuera de toda lógica bancaria. Finalmente, la colocación en sus consejos y órganos directivos de políticos de toda laya, acomodados en las entidades a manera de compensación por sus servicios, pero sin el más mínimo conocimiento del sector por parte de estos y de manera generalizada en todo el país, con su consiguiente falta de control, por un lado, y el brutal incremento de sueldos, compensaciones y comisiones, por otro, llevó, sumado a todo la anterior, a la ruina absoluta a una buena cantidad de ellas, así como a la de multitud de sus clientes.

Pero en su origen, la máquina extractiva de dinero B se puso a funcionar de verdad, y cualquier valenciano, por ejemplo, puede atestiguar lo aceitado de su funcionamiento y la precisión del mecanismo. Sin embargo, nunca se podrá demostrar detalle a detalle, o sería la labor de muchos volúmenes de investigación, y demasiados intereses impedirán la substanciación jurídica y penal de algo que, sin embargo, es una obviedad. Pero conocemos, si no su detalle, sí el trazo grueso del funcionamiento de la máquina. Y ha resultado en veinte o más años de una orgía continuada de comisiones ilegales en todas las vertientes de lo público a las que tiene acceso el poder, que son casi todas. Cuanto más faraónica la obra o el servicio, más elevada la comisión y, por lo tanto, más sustancial la ventaja de construir, de permitir o incluso de prestarlo, y más clara la ventaja de hacer pasar lo prescindible por necesario y lo inútil por más que recomendable.

Lo visto en Valencia, donde el vuelo de los sobres oscurecía el sol, ha debido de generar cifras de dinero negro, solo en el ámbito del PP, donde ostenta el poder desde hace una veintena de años, de verdadero vértigo. Hacer las cuentas del dinero negro es tan difícil y tan útil como contar los ángeles que caben en la cabeza de un alfiler, pero la humanidad se entregó a esto último unos cuantos siglos, y no todos los santos padres eran necesariamente idiotas, así que bien puedo yo dedicarle una tarde a lo primero, aun sabiendo que su valor no es otro que el de la especulación y que me llamarán idiota. Pues amén, Jesús.

Yendo pues a ello, y si se toma entonces una cifra cualquiera como monto total del coste de lo edificado, inútil o no, en esos veinte años y en esa desdichada taifa levantina, hoy desahuciada y con sus campos esparcidos de sal, y se le calcula un cinco por ciento de promedio, por ser conservador, salen de comisión general y para la causa general, si tomamos un total imaginario de diez mil millones, quinientos millones de euros. Si duplicamos la cifra, serían mil millones el pellizco. Si la dividimos por dos, solo doscientos cincuenta millones. Podrían ser más que la cifra más alta, pues el monto de lo edificado fue verdaderamente monstruoso, y el mecanismo succionador, ante cualquier iniciativa que superara en poco el tamaño de una vivienda, intervenía con tal número de exigencias, que para aceitarlo solo un poco cualquier constructor o industrial estaba dispuesto a aceptar, no solo la primera sugerencia a aportar una ayuda al desbloqueo, sino a proponerla él mismo a la primera oportunidad de deslizarla. Pero también, es forzoso reconocerlo, no todas las astillas acabaron en las alturas políticas, muy buena parte se quedaron clavadas por los muchos nudos intermedios del mecanismo, el número de casos sub judice al respecto se lo ahorro al lector, y se llevaron muchos particulares y empresas su trabajada parte, nada más que izando una enseña pirata genérica, cada cual dentro de la jurisdicción de su bañera y no necesariamente siempre la misma y canónica de las tibias y las gaviotas, o la de las calaveras y las rosas, y allá donde fueran de aplicación cada una de ellas, u otras enseñas igualmente prestigiosas.

Incluso y a pesar de la enormidad del caso Gürtel, con lo que significa, bien puede cualquiera permitirse pensar que no habrá habido uno solo, porque creer que a todos los malos los pillan sin falta antes o después, equivaldría a ser aun más ingenuo que ellos malos, y no eran pequeñas las cifras que Roca, el señor Bigotes y Cía allegaron a sus bolsillos de ellos mismos, al margen de las que aforaran a quienes debían imperativamente hacerlo para poder seguir en el negocio. Pero el piélago de las comisiones y de las malas prácticas es infinito, en Valencia y en el resto: Baltar, Fabra, Matas, los ERES, Nóos, Marbella, las derivaciones de Gürtel en Madrid... en fin, un acabóse de estiércol y del cual solo están asomando los flecos y algunos efluvios.

Pero siguiendo con la matemática imaginaria, si a esa cifra promedio se le yuxtaponen sus equivalentes de mayor o menor cuantía en unas u otras taifas, y aun dejando a un lado País Vasco y Cataluña -lugar este último donde estas mismas y exactas prácticas se le pueden adjudicar, en hipótesis, bien se entiende, pero en cierta medida también por sentencia firme, a CIU y demás localismos propios de cada lugar-, la cifra total bien cabría multiplicarla por tres. Si tomamos entonces el anterior valor medio hipotético de 500 millones, hablaríamos ya de 1500 millones. Y sí, claro, no lo olvido, no hemos salido del sector urbanístico e inmobiliario. Así que, para no perder más tiempo, yo y el solitario lector que me quede a estas alturas, quito de un lado, añado de otro, coso, pincho, pego, añado alguna donación, descuento todo lo muchísimo que se llevarían los que pudieron hacerlo antes de despacharlo a la caja B, y no me parece imposible que se pueda hablar de una cifra de cincuenta millones al año de dinero negro, solo en el PP. Veinte años, mil millones. Y de nuevo, el doble cabría perfectamente, así como la mitad asimismo, pues desde fuera es imposible aquilatar con exactitud la fiabilidad verdadera del mecanismo.

Así que, esa cifra de 22 millones del tesorero, felizmente domiciliada en Suiza en 2008, no parece un guarismo disparatado, pero considerando además que no fuera la única; se me hace difícil entender que un financiero competente pusiera todos los huevos en la misma cesta. Es un riesgo brutal que difícilmente pienso que corriera nadie, bien fuera que obrara por sí mismo, bien como testaferro de terceros.

Por lo que me permitiré establecer una serie de hipótesis que puedan encajar con esa cifra por ver si pudiera llevarme el razonamiento, que es lo que busco, a alguna cercanía de averiguación de qué es lo que puede haber ocurrido en el caso y para conocer, de paso, si hay forma de aproximar el cálculo del sueldo de un mandarín, para poder acercarme con el guarismo a la tumba de Miguel Espinosa y poder susurrárselo con dulzura ante su venerable lápida. Aunque ya puedo intuir un murmullo cavernoso brotando del suelo: –¡Ingenuo!–.

Primera hipótesis. Si la cuenta fuera de Bárcenas, en el sentido de ser el dinero de Bárcenas, como el PP sostiene a machamartillo, significa que habría acumulado en veinte de años de trabajo sacrificado, y fuera de sus lógicos gastos habidos en comida, vestido, vivienda y dentífrico, el equivalente a un millón al año, que no es hazaña de Hércules, sino artificio gozoso al alcance de cualquier alto ejecutivo de banca, que no gran accionista, y no seré yo quien le niegue la capacidad a quien no tiene la más mínima pinta de ser un idiota este logro de haber duplicado en esos mismos años el fruto de sus esfuerzos. Porque cabe matizar que el monto anual de ingresos sería bien menor, pues igualmente un financiero competente no deja el dinero en un cajón, sin más, sino que lo va poniendo a fruto, y voy a asumir pues la hipótesis de que ese monto final es un capital donde ya estén sumados los intereses y los beneficios de veinte años de diligencia financiera, y voy a suponerle entonces unos ingresos de medio millón anuales, por intentar una cifra.

Pero concurren entonces varios factores para ir invalidando la hipótesis. Primero, no lo olvidemos, es dinero negro, no declarado y no derivado de sus sueldos en el partido, en el senado... en fin, de los cargos ‘transparentes’, por llamarlos de alguna manera, que fue ocupando. Segundo, él mismo niega que sea dinero procedente de actividades empresariales y aduce alguna oscura operación, en absoluto de la magnitud necesaria para acumular semejante monto. Tercero. Si así es, y se admite que es solo suyo, significaría, ut supra, que efectivamente lo ha acumulado por vías desconocidas y, entonces, las únicas razonables, dadas sus ocupaciones conocidas, es que proceda de sus comisiones y/o emolumentos opacos procedentes del manejo del dinero B del partido.

Porque medio millón al año, impone unas cotas complicadas de cuadrar con los datos que poseemos. Aun siendo el tesorero un cargo de la absoluta confianza de sus superiores y aun asumiendo que, como captador final y centralizador del mismo, como algunas declaraciones corroboran, haya podido caer en la tentación de defraudar a sus jefes parte de lo que pasó por sus manos, esta parte no puede pasar lógicamente de una determinada cifra porcentual sobre el total.

Asumiré entonces la nueva hipótesis, por seguir con el juego, de que la mitad de esa cifra eran sus ‘verdaderas‘ comisiones o compensaciones B, y la otra mitad, producto, digamos, de sus ‘habilidades’ adicionales o que provinieran de posibles segundos y terceros trabajos. Esto deja su parte en un cuarto de millón al año, y disparatada no sigue pareciendo la cifra sobre un total de muchos millones, pero lleva a nuevas consideraciones. Si esa era su parte, que no la parte del jefe, y digo jefe porque alguno tendría, ¿o hay contable de una organización que no lo tenga?, entonces, el jefe, que según la denuncia de sus propios papeles, objeto de todo este escándalo, cobraba 24.000 euros al año, estaría llevándose ¡la décima parte que el subordinado! Y los demás cargos de la cúpula, por él también implicados, con cantidades sucesivamente menores o a lo sumo iguales, acabarían sumando entre todos ellos lo mismo que el contable.

Y como tal cosa no es imaginable en una organización seria, y tampoco en una de rechifla, esto lleva a dos nuevas opciones: una, que las cifras cobradas por todos ellos fueran del orden de diez veces las indicadas para cuadrar las cuentas según elemental lógica empresarial y humana, y la otra, que el dinero de la famosa cuenta no fuera de Bárcenas, es decir que se niegue la mayor.

Pero el primer caso sería absurdo, puesto que metido en el asunto de imputarlos con los apuntes, ¿qué sentido tendría dividir por diez el monto de la imputación? Así que, como esto no parece posible, queda la única opción de que el dinero encontrado sea dinero B del partido y Bárcenas, su testaferro y custodio. Máxime cuando esta cuenta, según los datos hechos públicos sobre la misma, subía y bajaba en sus cantidades, lo que indica más bien que fuera una cuenta operativa, que no una cuenta de acumulación creciente, un seguro exterior, por llamarlo de alguna manera, constituida para hacer frente a contingencias futuras, a futuros retiros o para engordar sudados y merecidos planes de pensiones. 

Y habrá que considerar, además, otros flecos que parecen llevar igualmente a esta misma conclusión. El fundamental es el hecho acreditado de que, una vez descubierta la cuenta por los investigadores, Bárcenas perdió el cargo, pues otra no quedaba evidentemente pero, sin embargo, hasta el momento del segundo y definitivo estallido del escándalo, casi dos años después, conservó despacho, acceso, secretaria, vehículo y además disfrutó un buen tiempo de abogados pagados por el partido para su defensa.

Si el dinero fuera solo y exclusivamente de Bárcenas, y no digamos ya si se lo hubiera robado sin más al partido, y el caso fuera de verdad el muy cinematográfico del contable que desaparece con el dinero de la mafia, ¿alguien en su sano juicio cree que sería este el tratamiento que le hubiera deparado Cosa nostra?

Y cabe señalar, además, una explicación psicológica bastante evidente del caso que apunta también con fuerza en la dirección de que el dinero a nombre de Bárcenas no fuera suyo, sino que él fuera solo su celoso guardián. El descubrimiento por el juez de la cuenta debió de constituir un verdadero terremoto para este hombre. La realidad no era otra que iba a pagar él solo por las culpas de todo el grupo. ¡Y el dinero no era suyo, o solo una pequeña parte! Tenía que asumir de un golpe su actividad delictiva, pero también la de todos los demás. Y es cierto que cualquiera, le guste o no, terminará por asumir sus culpas o, sin asumirlas, pagando igualmente por ellas. Y mentirá en su defensa, enredará, liará, protestará, pero finalmente se comerá el marrón, como se dice ahora. Sin embargo, por las peculiaridades especialísimas de la empresa donde trabajaba, a él no le quedaba posibilidad humana de intentar deslindarse de la parte ajena de las culpas. Cuando vio finalmente muy claro que su cadáver era el único que iba a colgar del cadalso en la Plaza Mayor, imagino que primero pidió ayuda, pues alguien era todavía, qué duda cabe, después preguntó o chantajeó con algo así como: –Si me lo van a quitar por allí, me lo vais a tener que devolver por aquí, ¿no?–. Y finalmente, ante el probable silencio o la no obtención de seguridades, chantajeó, pero, o no se atendió su órdago o no se le creyó capaz de llevarlo a cabo. Pero alguien calculó mal, o realmente y tal vez se concluyera por encima de él que ya no había nada que calcular, porque el mal era definitivamente irreparable. Y ahí tenemos los resultados.

Y así llegamos a los papeles en sí, y estos sí que han pasado definitivamente a su poder, porque seguramente jamás dejaron de estarlo, y ahora lo único que ha cambiado es su modo de administrarlos. Han pasado de su vía gástrica original, alimenticia, a su uso exclusivo por vía anal. Pero ser, son tan reales como la vida misma, declaraciones y cruces los han corroborado en parte y cada mañana se confirma uno más. Hoy sirven para el chantaje, pero curiosamente este nuevo uso producirá una cierta moralización pública, para que luego no digamos los descreídos que los caminos del Señor son infinitos.

Y saltemos de Bárcenas en sí a todos los Bárcenas que son, pues no habrá solamente uno, no vayamos a cometer ese error. Debe de ser interesante, y para mí, la verdad, apasionante, seguir la deriva humana e intelectual de una persona, de un militante no concreto que, desde su simpatía inicial por afinidad simplemente ideológica, es decir, algo casi perteneciente al campo de los sentimientos de cada cual, pasa a un estado subsiguiente que ya lo empieza a percibir el interesado como un servicio público, y de ahí a la posterior objetivación, en pequeño e in pectore de lo que unos llaman razón de estado y otros obligación o fidelidad de partido, que es lo que permite recorrer el largo camino que va desde la prestación voluntaria, ilusionada y tal vez gratuita de un servicio, por mor de ideología, al paso de cobrarlo como desempeño de un trabajo, primero parcial, después a tiempo completo, al siguiente a considerarlo un bien público, y al de empezar a imponer un mal día, en nombre de esta supuestamente adquirida altura moral, hija supuesta y necesaria de la aplicación, el desvelo, la competencia demostrada, el esfuerzo y el altruismo, determinadas gabelas a terceros para poder seguir desempeñando las mismas funciones ya con mayor eficacia y siguiendo las necesidades del partido y, obtenidas estas gabelas, lucrarse también de ellas, pues fruto son, qué duda cabe del esfuerzo de cada uno.

Llegados aquí, tras la longitud de un camino recorrido con naturalidad y hasta cierto punto casi con inocencia o simple irreflexión y dentro de un entorno donde cualquier barbaridad queda justificada una vez y otra, apelando a principios con nombres mucho más pomposos que lo que realmente significan, y donde el elogio y el ditirambo al encumbrado pueden derretir hasta los entendimientos más privilegiados, tiendo a pensar que muchos no acabarán siendo ni siquiera conscientes de que han acabado recorriendo, junto al largo camino profesional, también un sendero mucho más deslizante que les ha llevado, finalmente, al delito.

La primera comisión solicitada, la primera propuesta para recibirla, el primer regalo excesivo e inmotivado, el primer servicio recibido y pagado de faltriquera ajena, el primer sobre habido en B, incluso con protestas o sin ellas en el propio fuero interno de cada uno, son un momento fundacional de la vida de un buscavidas, o de la de un político del tipo del citado. Es como el significado de la virginidad antiguamente, que al primer sí se pierde y ya no hay entonces camino de regreso, ni manera de evitar la deshonra.

Finalmente, la función crea el órgano y la práctica hace al gánster, y lo que en algún momento pudo desasosegar, según la cualidad moral de la bodega de cada cual, ya no se percibe más que como una necesidad, una obligación, un avatar de la vida que se nos impone, como si no hubiera posibilidad de resistirse a él, una servidumbre del cargo y un saber y una habilidad del oficio, una herramienta para mejorar la eficacia, una diferencia más entre el que hace bien y el que hace peor su trabajo, y entonces, la compensación ilegal se convierte a sus ojos en justa, merecida por los desvelos y las malas noches que siempre hubo. Y la conciencia desaparece y deja de molestar. Paradigmático sería ahora mismo el caso de la ministra de sanidad, que deja claro que no entiende en qué ha pecado, tal es el grado de alejamiento de la realidad al que se puede llegar por ciertas vías.

Y no digamos ya si, frente al caso hipotético de los imaginados arriba y la suposición de algún rastro de esa conciencia en ellos, quien desembarca a repartir sonrisas es quien declara que está en política para forrarse, así, de entrada y sin más linimentos ni cataplasmas, que también los tenemos documentados y las hemerotecas guardan con exquisita neutralidad la elegancia de sus decires y de sus trajes. Y la de sus jetas.

Y así, entre una cosa y la otra, entre una cascada de servicios y desvelos onerosos, los padres y madres de la patria, los ejemplos de honradez, los faros, los guías y formadores de juventudes, los que se dejaron los días y las noches por el bien de todos, los bastones de ancianos y los pañales de los huérfanos desvalidos, los fustigadores de malas prácticas y costumbres ajenas, los que están en política perdiendo dinero como ludópatas arruinándose con la tragaperras, los que nunca les tiembla la mano, pues es Dios y España quien se la guía, una mala e inopinada mañana se levantaron hechos unos ladrones, para su pasmo propio y el de muchos espíritus equivocados, pero bienintencionados, que también los hay.

Bárcenas es hoy un personaje creíble e increíble a la vez. Es el gran traidor para unos, pero también, y seguramente a su pesar, el gran iluminador. Hace treinta, hace cincuenta, hace cien años, de haber hecho lo mismo que hoy, yacería, sin el más mínimo margen de duda, en una cuneta y con los sesos reventados o debidamente plegado en ignoto lugar dentro de un sobre de cemento o de cal viva. O jamás pudiera habérsele ocurrido ni siquiera en pensar en el gag del cuadernillo. Hubiera desfilado mansamente hacia el trullo, en la certeza de que no hacerlo así, serían de aplicación los casos anteriores. Hoy, sin embargo, aquí y ahora, tiene los medios para modificar en parte ese destino. 

El ventilador sobre la bosta, después de lo oído, es casi imposible que lo salve de una condena y de una muy sustancial reducción de su patrimonio. Se ocuparán sin duda de ello los buenos oficios que promoverán todos aquellos a los que les ha pegado este pavoroso pisotón en los callos y que no son unos mindundis. Quedarán escrutadas sus caries una a una, verá limpiado su intestino con agua jabonosa desde el esfínter hasta la altura de la nuez y disfrutará de visitas acuciosas de funcionarios de negro hasta el final de sus días, además de pasar, antes o después, los preceptivos trescientos minutos y un día de prisión. Pero ha quedado claro que es hombre de recursos y no dudo de que habrá dejado acá y acullá los montoncitos necesarios de dinero blanco, de dinero negro, de dinero gris y de dinero arcoíris para mantener un razonable pasar hasta el final de sus aventureros días.

Creo sinceramente que sus acusaciones no son jurídicamente demostrables y que, por lo tanto, no llegarán siquiera a juicio. Una contabilidad B es por definición algo inexistente a los efectos. Si difícil es ya demostrar las entradas de dinero opacas, menos todavía lo será demostrar sus salidas, sin la firma, punto a punto y caso a caso de sus perceptores. Y mucho me permito dudar que ningún político en su sano juicio, con decenas de calaveras trituradas bajos sus pies, figuradamente, por supuesto, vaya a ser tan ingenuo como para haber estado firmando de su puño y letra, año a año, recibos de pagos que no iban a ser declarados a hacienda, para después dirigirse a meter el dinero en el banco, en el BBVA o el Santander de la esquina. No es posible imaginarlo. De haber alguna firma, algún apunte contrastado de un sobresueldo opaco, será de algún tarugo y, si salen a la luz, será despedido a la primera ocasión que surja, por dañino a sí mismo y a los demás. Y por  idiota.

Pero fuera de la juridicidad, tampoco nos cabrán muchas dudas, a mí y a tantos, de que en lo sustancial los apuntes se corresponden con la realidad. Aunque esto no excluye, por supuesto, poder imaginar también una fabricación o alteración de pruebas, una mezcla de las mismas entre reales y ficticias, que a fin de cuentas la mano es la misma y el apunte que se corresponde a la verdad en el caso de uno, pueda ser falso en el de otro. Puede ser, y los caminos de la venganza son infinitos, pero hay una lógica humana rigurosa en lo visto y oído, toda clase de saberes complementarios que nos llevan de manera casi irremediable a tener por claro que lo negado es cierto, que lo dejado entrever es verdadero. ¿En cuál empresa de la tierra el dinero A y el dinero B no se reparte escrupulosamente de manera proporcional a la escala jerárquica? ¿Ha alardeado alguna vez el PP de ser una empresa autogestionaria, una comuna de hippies que reparte por partes iguales y ecuménicamente lo que entra en caja? ¿Es el propio ideario que defienden y propagan, el neoliberalismo puro y duro, compatible con la idea de un reparto igualitario y con el mantenimiento de demasiados escrúpulos fiscales o tributarios?

No. El ideario es mucho más cercano al Toma el dinero y corre, Haz tu bien sin mirar con quién y No sepa tu mano derecha lo que hace tu mano izquierda. Y en cualquiera de estos tres supuestos, hondamente ideológicos y consustanciales con su esencia, no cabe la imaginación de que los jefes no cobren o de que ignoren de qué pie cojean y cuánto cobran sus subordinados. El más tonto de los padres de familia sabe la paga que le da a su hijo y sabe que, si este aparece un día con una moto cuando lo que le sufraga es el bono transporte y que no tiene el chaval trabajo conocido, la moto fue robada o es que el niño le salió listo y despejado y ya trafica con asuntos indebidos.

Definitivamente, y puestos a optar por un mentiroso, prefiero a Bárcenas. Fue eficaz en su trabajo, moralidad aparte, y está siendo eficaz en llevarse al huerto a quienes lo abandonaron. Creo también que estos no podían hacer otra cosa, destapado el asunto, pero esto no quita para que el despecho y un sentimiento de injusticia muevan al traidor. Arruinado en parte, lo cual, seguramente y en su escala de valores sea lo peor de la tierra, ha tomado la decisión de arruinar a aquellos para los que trabajó, quienes, igualmente culpables, disfrutan y disfrutarán de un pasar que a él ya le ha quedado seguramente vedado. Y se los va a llevar puestos. Y, curiosamente, ni una sola palabra de disculpa o pretensión de moralidad ha salido de sus labios y seguramente no vaya a hacerlo. Es un tipo listo y con la piel curtida de un rinoceronte en lo que atañe a moral. No le va a quitar eso el sueño, porque no lleva veinte años llenándose la boca con ella, que es lo que ahora constituye el debe principal en el balance de aquellos a quienes acusa y lo que les causará su perdición sociológica. Él ha estado callado veinte años, sin decir majaderías sobre transparencia, porque su ocupación era la opacidad y ha hecho de ella su trabajo. Los otros, no, porque su trabajo hubiera debido ser el contrario del que realmente hacían, y ahora, poderles restregar un estropajo con la bosta por la boca a quienes ejercieron de moralistas hasta la náusea de los moralizados, debe de ser, dentro de la desgracia de Bárcenas, pero también de la nuestra, que somos los verdaderos robados, el equivalente a un manjar de dioses.

Le deberemos, finalmente, más de un bien que de un mal que haya venido, y esto es una sorprendente e inopinada carambola de la historia reciente.

Los datos del PP, del PSOE y el futuro del propio bipartidismo en intención de voto, a día de hoy, son aterradores para sus beneficiarios tradicionales. Con jueces o sin ellos, y a pesar de la colosal orquesta de excusas y de golpes de pecho y de pretensiones de limpieza, el sistema político camina hacia una catarsis inevitable. Se producirá por la vía de los votos en algún momento y aun a pesar de la proverbial dureza de mollera de los votantes pero, si no, se producirá también por otros caminos.

El PP tiene que acometer la limpieza de los establos de Augías, una limpieza interior de unas dimensiones aun mayores que las del PSOE, toda su cúpula tendrá que desfilar al machadero del olvido, que al de prisión, no creo, y será el momento de que asciendan a cardenales los monagos, por decir algo. Y no es solo una crisis de su cúpula, del primer escalón, que lo es casi completa, también de su segundo escalafón, el autonómico. Pero todo esto tendrá que acometerlo el PP en el peor momento posible, al borde del rescate económico, con seis millones de parados y los que siguen viniendo (132.000, hoy mismo), con la monarquía hecha unos zorros y con Cataluña en la senda de la independencia. Y cuando las casas arden por los cuatro costados el problema es que los bomberos tienden siempre a comportarse con poca finezza. No es descartable una huida hacia adelante a lo Conde Duque de Olivares, varón caprino y rapaz, pero no estúpido ni incompetente, asistente del peor señor posible, y que atizó todos los fuegos del mundo a manera de personal escapatoria y por negarse férreamente a abandonar al poder. Y tampoco hay razón para pensar que, en promedio, los mandamases sean en lo tocante a moralidad mejores que su contable. Y pueden optar por hacer lo mismo que él. Bien pueden ceder a la tentación de meterse en Málaga para salir de Malagón.

Porque la peor pesadilla del día de hoy es que alguien en aquellas alturas identifique como el último caladero de votos posible el que proporcione una intervención militar en Cataluña venido el caso de una declaración unilateral, a la yugoslava, y asuman que el personal vaya a seguirlos en la jugada, o a agradecérsela, lo que bien podría suceder, pero también lo contrario. Y que, obrando unidos, que es a lo que tienden, en definitiva, desde la transición y casi siempre más para lo mucho malo que para lo poco bueno, monarquía, PP y PSOE atiendan a ese canto de sirena, que no dejará de oírse a buen seguro y por más que haya un pacto evidente para no hablar jamás de ello, aunque ya vaya siendo vital el hacerlo.

Porque el garrotazo final en la mesa está en la genética del poder español y en la de muchísimos de los españoles de a pie. Y este entonces sí que sería el último mal servicio que esta recua rindiera a la nación, o a lo que hayan dejado de ella.