jueves, 20 de octubre de 2011

Una postal de amor

Rebuscando esta tarde perezosamente en la tienda de un amigo anticuario me tropecé con una postal dirigida por un hombre (supongo) a una mujer sin identificar. Tal vez a su hija, o nieta, aunque no es del todo descartable por el contexto que pudiera tratarse de su amante, pero en cualquier caso de una ternura y belleza que no me resisto a traducir de su idioma, el francés.

En un lateral figura la frase: Primeras violetas de nuestro jardín. 

El texto que sigue lo encabeza una pequeña localidad francesa que no transcribo por elemental respeto a la intimidad del autor (cualquier escrito lo puede cargar el diablo, que me lo cuenten a mí) y la fecha, 28 de febrero de 1961.

Querida,
La Escalerilla de Algeciras. Desearía subir esta pequeña escalera para ir a verte. El mes de febrero ha muerto hoy. Un mes más en el pasado. Un mes menos para el porvenir. Aguardaré con impaciencia al año 1962, porque espero, siempre, que este será el de nuestro reencuentro. Me alegro de saber que tu salud es muy buena. Yo voy bien, mi mujer está (va) mejor. Pronto irás a descansar (creo) a Madrid. Pasa unas buenas fiestas. Te digo esto para no olvidar..., pero te escribiré seguramente antes de tu salida hacia Algeciras. Escríbeme tú tambien, querida, si no estás demasiado fatigada.
 

Te abrazo, mi amor, muy largamente, mirando tus bellos y grandes ojos que amo... como desde el primer día.

La firma me resulta ilegible, comienza por Ma, pero de ninguna manera parece maman, la forma familiar francesa para decir mamá y, por lo demás, el texto menciona a su mujer, lo que en 1962 no podía apuntar más que un hombre, me atrevo por lo tanto a asegurar.

El contenido lleva a pensar quizás en una carta a una enferma, y tal vez niña, por ese contrasentido aparente de decirle que sabe que está muy bien y después casi negado por esa solicitud de recibir contestación si no está muy fatigada. Cabe también lo contrario, que se trate de una nota a una persona en su vejez y a la que se trata con miramiento exquisito, la madre, la abuela, pero en ese caso el final no parecería cuadrar, o tal vez sí...

Toda la carta desprende una ternura dulcísima y un aura además de proceder de una persona habituada a un cierto comercio con las letras. Pero ese extraño hacer referencia a su mujer, no a mamá, o a la abuela, o a una tía, sugieren otras posibilidades. Un segundo matrimonio tal vez y el referir por lo tanto de una persona que no es familiar (en los dos sentidos del término) de o para la persona a la que escribe, o que mencionarla vaya entonces en el sentido de informar, ¿a su amante, a su madre?, del estado de las cosas. Pero, ¿quién le dice a su madre, o a su abuela, que la ama como desde el primer día? Sí percibo la sensación de que el autor pudiera tratarse de una persona mayor, las referencias a la salud y ese primeras violetas de nuestro jardín..., aunque en la época, y ya desde varios decenios antes, las violetas eran símbolo de cortesía, de afecto, de cariño y de poner el pensamiento en los ausentes, aunque no sólo entre gente de edad.

En la fecha del texto yo tenía ocho años, mi madre cuarenta y cuatro y bien recuerdo el trasiego de violetas, de caramelo unas –siempre en rebuscadas cajas–, otras frescas, otras secas y en ramitos encelofanados y con delicadas cintas, que se intercambiaba con cierta frecuencia en familia y con las amistades. No encuentro en definitiva argumento para inclinarme por una u otra opción. Y el bellísimo final efectivamente se le pudo y se le puede escribir igualmente tanto a una hija, como a una nieta, como a una amante.

Dos detalles a añadir. La postal es un Bambi de Walt Disney y muy cursi habría que ser, incluso en 1962, para mandarle semejante cosa a una amante, o a tu madre, y más aún por parte de una persona evidentemente no iletrada, pero resultaría perfecta y cariñosa si la mandaran el padre o el abuelo para una niña, máxime teniendo en cuenta los usos de la época. Por contra, la postal no fue franqueada, es decir cabe una entrega en mano, y esto sí es algo más raro y que bien podría cuadrar con la existencia de una amante, o significar que simplemente no se envió, como ocurre con tantas. Por supuesto, mi amigo desconoce la procedencia de la postal, seguramente una entre muchas de un lote.

El misterio mínimo, y de deliciosa cotidianeidad termina aquí. Y en realidad no me importa. He pasado hoy unos minutos en contacto con la ternura y la belleza expresiva de un desconocido, y suficiente regalo es esto ya, como para no agradecerle la necesidad de haber escrito estas líneas. Espero de verdad que lograra haberla vuelto a ver y a abrazar mirándose largamente en esos bellos y grandes ojos que usted amaba, Monsieur Ma...

1 comentario:

  1. Buuuf, me temo, Alberto, que usted ha simplificado las cosas, al menos a mí esas líneas de la postal me suscitan un montón de preguntas, posibilidades y extrañezas. A saber:

    ¿La Escalerilla de Algeciras? ¿Mayúsculas? ¿Se trata de un barco, cree usted? ¿Una playa de esa localidad? ¿Un hotel? Disculpe mi ignorancia... ¿O aludirá sutilmente el tal Ma... a una frase que atribuyen a Clemenceau -lo dudo- y que, de hecho, me enseñaron en francés? ¿Le plus beau moment de l’amour c’est quand on monte l’escalier?

    Ella, quien fuere, parte hacia Algeciras, pero para irse pronto a descansar a Madrid. Extraño recorrido, posible como otras odiseas viajeras, pero en este caso para una persona que se fatiga o bien pudiera fatigarse, incluido ese descansar en Madrid, por mucho que fuera el de 1962.

    Si ella es en verdad su amante, su amada, ese señor, a pesar de que hubiera podido tener cierto comercio con las letras, desde luego no lo tenía con las señoras, o bien se trataba de un extraño tipo inclinado a jugar muy barato; en otro caso, jamás habría escrito "mi mujer", sino llanamente su nombre, casi imposible que desconocido para esa otra persona a la que escribe.

    ¿Es consciente del papel que ocupa la salud en tan pocas líneas, siendo que no escribe un paysan, aquellos de "los cerdos, las gallinas, los conejos y tu madre, muy bien..."? Da la sensación de que ninguno de los tres estuviera habitualmente sano, observe: "Yo voy bien, mi mujer está (va) mejor". "Pronto irás a descansar (...) , si no estás demasiado fatigada." Vaya, eso, o la pareja legal ha sido víctima de un accidente de tráfico, o similar, del cual convalecen... la tercera en discordia está perfectamente, trabaja y se divierte, y se trata de un amante sobrevenido, ya de cierta edad, con una fijación, lógica por edad y circunstancias, en la salud, que transfiere tontamente a la más joven de los tres ("ellas" siempre son más jóvenes, Alberto, como sabe)

    ¿No podría usted, verdad, dejarnos el texto transcrito en francés por que no se nos escape detalle a quienes amamos textos de este tipo, perdidos en una botella cualquiera sin más dato que los que añada nuestra perspicacia? En fin, como sea, ha sido encantador leerle algo así, tras un posteo tremendo, desolador y, tal vez, más que verosímil, verdadero, cierto. Me refiero obviamente a Sartenes para zurdos. Gracias, y disculpe la extensión, en realidad provocada por usted mismo.

    Ah, y el Bambi de Disney, que olvidaba. ¿Un señal, una alusión propia de la complicidad entre dos personas? Imagine que se hubieran conocido en un cine al que el varón, el mayor, hubiera llevado a su hijo, hijos, a ver la película; en 1962 aún la pasaban. Y de la frase del lateral de la postal, "Primeras violetas de nuestro jardín", qué decir, ¿no le parece recargar en exceso? Que, además de lo dicho, insistiendo en alguno de los puntos, ¿este buen señor tenía poca práctica, resultaba algo provinciano?

    ResponderEliminar