martes, 30 de enero de 2007

Gilipolleces (I). Garnier.

Bajo el rubro gilipolleces voy a incluir a partir de hoy mismo comentarios sobre ciertos aspectos de gran desinterés general pero que a mi me tanto me interesan, en particular los relacionados con el idioma, esa herramienta con la que me pegan en la cabeza todos los días. Y además, dado que don Fernando Lázaro Carreter no tiene la más mínima pinta de ir a resucitar, ya haré yo lo que pueda, eso sí, en mi modestia.

Bien, pues rasurábame yo las barbas esta mañana en la intimidad de mi boudoir cuando de pronto vi lo fotografiado debajo y me dije para mis adentros: empezamos el día cojonudo, zagal. (Cojonudo está admitido sepan, les ruego no piensen en posible desgarbo o zafiedad por mi parte).







Como puede verse en la imagen el producto tiene una eficacia tonificante de un 78%. Han metido una muestra del pringue en un tonificómetro (digital, supongo) y después de unos cuantos pases mágicos ha salido el guarismo con un reconfortante ruidito de impresora. Tonifica pues las 3/4 partes de un tonificado normal y otros 3 puntitos adicionales sobre cien, es decir una miaja más, cortesía de la empresa. En fin que no llega a la unidad de lo que uno entiende por un tonificado razonable -también llamada gustirrinín-, que es lo menos que uno se merece en el baño, aunque bueno, se queda en tres cuartas partes, así que en una escala normalizada de placeres autofrotativos de post-baño se definiría el asunto como un tonificado así así o vaya vaya, aunque meritorio, a lo que se ve, como para ser destacado por la compañia fabricante del mejunje, ellos sabrán por qué.

Sigue la faena comercial proclamando que el bodytonic en cuestión combate la flacidez, así, con una sóla c, que sí, que vale que de acuerdo, lo admite la Academia ésta de nuestros pecados, pero suena a lengua fofa, fláccida e infantil, digan lo que digan; continúa el bote explicitando que penetra inmediatamente, información que en fin... y remata la maravilla con un "testado dermatológicamente", con ese neologismo tan triste por "probado", "comprobado", etc, que sí, que claro que sí que la Academia también lo ha aceptado, pues de ninguna necedad se privan, pero que a mí, y estoy en mi derecho, me tiene hasta los testes, éstos sí en román paladino, y del de toda la vida.

No me resisto hoy a linkarles (Señor, si puedes en tu inmensa misericordia, perdóname esta salvajada de vocablo), y ya puestos a hablar de emplastos y embarramientos, esta página. Disfruten y gocen, pero con orden.

http://blogs.20minutos.es/bobpop/post/2006/01/19/autores-literatura-cosmetica

1 comentario:

  1. El virgo de la Vicenteta (fonét./bisanteta/)3 de febrero de 2007, 20:50

    ¿Tu boudoir? ¿tu casa tiene un boudoir pa tu body? mmmmm ... ¡pecaó!, que ni siquiera nacionalizando la grafía, buduá, admite la Academia (genuflexión) tamaña lascivia gala, te remite a buda sin más, que no hay boudoir académicamente hablando, entérate, y aun desacademizando, a mí un señor con un boudoir me parece algo... no sé... rarito, no? Pero, ¿de verdad tú te tonificas lo que sea, Ave María, reafirmas tu piel, tu carne mortal, combates tus flaccideces, permites con esos puntos suspensivos que se te penetre con inmediatez, todo ello aparte el gestito en sí de en un boudoir? Albertito, a mí me parece que de testes... poquet, ¿eh? Pero no le eches la culpa a una simple leche hidratante, quina mala llet, Déu meu.

    ResponderEliminar