domingo, 15 de mayo de 2016

Puedo prometer y prometo. Víspera del 15-M.

Sánchez: —Puedo prometer y prometo. Es más, te prometo que te la prometo—

Ella: —¿Que me la vas a prometer tú a mí?... ¡Anda ya, eso se acabó! Que te conozco bacalao, que tienes el ojo claro. Prometer hasta meter y una vez metido olvidar lo prometido... Pues no andaré yo escarmentada... y prometida las veces que yo te cuente... por otros iguales que tú...—

Sánchez: —Pues te la pienso prometer lo mismo...—

Ella: —¡Ni se te ocurra, golfo! Tú a mí no me la prometes ni una sola vez más ni nada que se le parezca—.

Sánchez: —Pues te la voy a prometer, ¡vaya que si te la prometo!—

Ella: —¡Ni te atrevas a que se te ocurra la idea, cerdo! Como insistas en prometérmela, llamo a la policía... ¡Degenerado, acosador, vicioso, asqueroso, violador!—

Sánchez: —Pues vale, como tú quieras, tú dame pan y llámame violador...—

Ella: —¡Agente, señor macero! ¡Socorro!... Este animal me la quiere prometer!—

Macero. —A ver, a ver, señorías... ¿qué está pasando aquí…?—

Ella: —Pues que este sátiro me la quiere prometer otra vez—

Sánchez: —Pues claro que se la quiero prometer... Es que ella es mía, ¡del mismísimo Comité Federal!—

Ella: —Pues del Comité Federal o no, da lo mismo, no tienes derecho a prometérmela, si yo no quiero—

Macero: —Eso es cierto, don Pedro, no insista, la señora tiene derecho a que no se la prometan si ella no quiere—

Sánchez: —¿Y eso dónde está escrito?—

Macero: —Pues en la mismísima Constitución y en el Código Penal, don Pedro. Es lo que hay—

Sánchez: —Pues entonces habrá que reformar la Constitución—

Ella: — Sí, eso, reformar la Constitución para que todavía me la pueda prometer más hasta el fondo...—

Macero, interponiéndose: —Yo la protegeré, señora... Don Pedro, no es posible que se la prometa ni mucho ni poco si ella no quiere—

Sánchez: —¡Pues yo se la voy a prometer igual, porque me da la gana!—

Macero: —Pues yo la protegeré, es mi deber—

Sánchez, alargando la mano: —Pues yo se la prometo y ya está. ¡Ven p’acá, reinona!—

Macero, apartándole: —Como siga insistiendo en prometérsela me lo voy a tener que llevar esposado...¡sátiro! —

Sánchez: —¿Sátiro a mí?... No sabe usted bien con quién está hablando... ¡Corchete! ¡Lacayo! ¡Cipayo! ¡Esbirro!—

Macero: —¡Don Pedro, haré como que no he oído eso! Conténgase y deje de querer prometérsela a la señora o le detengo...—

Sánchez, empujando al agente y echándolo a un lado: —Pues, hala... ¡Se la prometo! ¡Zaca!

Ella: —¡Ahhhh!—

Macero, desenfundando su maza reglamentaria: —¡Alto, quieto, insensato! Queda usted detenido: Por prometérsela a la fuerza—

Se oye en un radiotransmisor el croooojchh, jroooch, chiffff,  clac, clic, jrchhhhh… que  explica claramente a todas las unidades que se está emitiendo un código 55 de alerta prioritaria por causa de un presunto delito de promesa en falso, sin consentimiento.

Llega nítido un aullar de sirenas en la lejanía... Las fuerzas policiales, el SAMUR, las ambulancias, los bomberos, los GEO, la Guardia Civil, la Policía Municipal, cinco helicópteros de tráfico, nueve tanquetas, dos excavadoras artilladas, un submarino de patrullaje profundo de alcantarillas, un acorazado de la Armada de servicio en el estanque del Retiro, el CESID, los equipos de escucha avanzada, las falanges y alas de intervención inmediata de los cuerpos de psicólogos de guardia, los señores Mortadelo y Filemón, de la DGS, el cabo Miguel Gila con un teléfono de campaña, el Delegado de Gobierno, el Edil de Promesas, la prensa y el reverendo señor cura párroco-coadjutor de San Ginés se movilizan con sus hospitales móviles, sus ingenios láser, sus artefactos de desactivación de explosivos, sus cintas rojiblancas de no pasarán, sus perros, sus tenderetes antibacilos y antirradiación, sus armas paralizantes, sus magnetófonos, sus pantallas anticuriosos, sus antenas satelitales y su hisopo para evitar que don Pedro se la prometa de nuevo a la pobre desdichada...

Don Pedro camina
entre catorce maceros, esposado e iracundo, babeante, desquiciado, con la expresión perdida y aún tratando de prometérsela a todo el que se le acerca mientras la infeliz doña España se recoloca los pololos y las sayas, se da algo de colorete para disimular su terrible palidez y se recompone, nerviosa, el austero tocado.

Anochece despacio, entre remolinos de amoratadas nubes goyescas y se respira el aire sutil y perfumado, embriagador, de los primeros días de una primavera restallante, como corresponde a una víspera del 15 de mayo.

Telón.

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