Vacunas. La triple lírica, contra la poesía, la narrativa y la dramaturgia.
Las mariposas son uno de los símbolos más hermosos y universales de la libertad. Duran dos días.
La ignorancia apacenta el ruido y viceversa. Son pareja de hecho y andan juntos al mundo, con su preceptivo estrépito.
Hay discapacidades terribles, si bien pocas como la honradez.
Nunca faltan unanimidades para llevar exitosamente a término cualquier propuesta idiota, nociva o abyecta.
Esas personas que nunca sabe uno si son de izquierdas o de derechas son de derechas.
Actualmente, las partes más serias del discurso parece ser que sólo se desplazan en calzado deportivo ad-hoc. Así que el mayor espacio de reflexión que nos va quedando es el jogging. ¡Ay Santa María de Niké, ampáranos bajo tu manto!
No basta con inventar un problema, también habrá que poner los cinco sentidos en disfrazarlo de irresoluble.
Me encantan todos estos ensayos de conciencia-ficción.
Parece ser que los antidisturbios, para dispersar la verdad, lanzan bulos de goma.
!Asola, que algo queda!
Deshielo y desertización. Deben de hablar del pasado, supongo, y del futuro. En ese orden.
El bien y el mal habría que saberlos contemplar con adecuado daltonismo.
Y luego están esos que nunca descansan en su sagrada tarea de averiar para consuelo de todos aquello que ya funcionaba perfectamente.
Moscosos, días ellos de libérrima indisposición.
No existen argumentos suficientes en la creación para desasosegar a un idiota.
Publicidad. Consuma varones, probablemente la cosa X más Y del mundo. Y la locución habrá de efectuarla una seductora voz femenina. De fondo unas birritas, ni que decir tiene.
Cuando una palabra encuentra su engarce en un poema o cuando un verso halla finalmente su cumplido cierre, encajando con esa perfección tridimensional como de mandíbula, de rompecabezas de Rubik, o como en los engarces volátiles de las proteínas, pareciera como si jamás otra palabra en la creación hubiera podido ocupar tal función y lugar en el poema. Pero entre las fulguraciones que le quedan reservadas exclusivamente al poeta se encuentra aquella practicamente inefable de a veces ser capaz de sustituir ESA palabra en ESE lugar exacto que, como la piedra-clave de una catedral gótica guardaba la integridad total del edificio, por otra distinta y aún mejor cincelada que desempeñe la misma función (o tal vez una nueva y distinta, pero aún más cabal y rotunda y milagrosa), perteneciendo todo este fenómeno a la materia elusiva de la iluminación, y cumpliéndose además y de nuevo y para mejor circularidad la consideración que daba inicio a la reflexión: pareciera como si jamás otra palabra en la creación hubiera podido ocupar tal función y lugar...
Aún queda un amplio campo al cual poder extender la sacra libertad de información. Me refiero al de los calzones de tantas y tantas personas de clara y pública fama, a la parte interior de dichas prendas quiero referirme, se comprende, donde bien debieran de acudir los profesionales del esclarecer, iluminar y proteger ciudadanías (como en cualquier acreditada serie de investigación de esas ideadas para vomitarnos inopinadamente encima la cena), con sus bolsitas estériles y pinzas y bastoncillos de los de hurgar la nariz, y algodones y películas y dispositivos iluminadores y adhesivos asportadores de palominos y reactivos de la pus y de la pis y reveladores de sangrados y pérdidas y flujos e identificadores de sémenes y esmegmas, entregándose dichos sagaces y esforzados sabuesos al rastreo de esas verdades que tanto nos interesan y por cuya profesional exhibición y glosa ellos quedarán ampliamente recompensados con merecida fama, universal reconocimiento de su valor y virtud y un estipendio proporcionado, y ello todo en virtud de ese interés público al cual sabrán entregarse -además- con preceptiva falta de descanso. Y que Dios les bendiga por sus desvelos.
No hay que preocuparse de los que no saben sumar, pues en lugar de exigirles exactitudes tan poco democráticas como draconianas bien se les puede destinar a la tarea igualmente respetable del cálculo de aproximaciones y a la obtención de estimaciones para la mejora de las predicciones económicas o del análisis político-sociológico, sólo por citar dos ejemplos.
Enseñanza gratuita. Es decir que porque sí y sin saber nadie para qué. O que ya no habrá quien se acuerde de para qué carajo podría servir, la jodía.
Pienso en todas esas penitencias y cuarentenas de recurrencia anual y democrática. Democráticas en el sentido de que todos debemos elegir disfrutarlas por igual. Qué se yo..., Gran hermano, la cobertura de los premios Príncipe de Asturias, el debate sobre el estado de la nación, los entierros multitudinarios con derecho a Borbón y a arzobispo, la tradicional pegada de carteles, el reloj de la Puerta del Sol, (no, todavía no, sólo son los cuartos), el profesor Manuel Torreiglesias, and so on. En resumen que aquéllas Cuaresmas verdaderas, y su nucleo duro, la Semana Santa, resultarían igual de obligatorias y bostezativas, pero si se me apura eran más pintorescas, el atrezzo y la escenografía le daban cien vueltas a casi cualquier cosa que pueda verse ahora, incluidas las carrozas del día del orgullo gayo y, lo más increíble, chavales, ¡eran mucho más cortas! y además sin que nadie te viniera -encima- con pamplinas sobre la libertad del telespectador, que de entre todas las cosas que dan sueño ésta si que de verdad destaca.
La totalidad de lo que pienso o digo no da dinero. ¿Irá a ser, ya ves tú, que después de todo y casi como por arte de birlibirloque vaya uno, y del todo inadvertido, por la diritta via?
En el telediario de la 1 del día 6 de septiembre de 2008 a las 15 horas, y que principiaba -seráfico- David Cantero ¡Ay Dios mío!, con el habitual y “espectacular” incendio nuestro de cada día; no trágico, ni devastador, ni desgraciado, ni voraz, ni dramático, ni pavoroso, ni incontenible, sino ese como circense, semi-paisajístico y casi simpático “espectacular”, para sana alegría de todos los que disfrutamos de su vista, y que siempre le lleva a uno a pensar si sería éste el adjetivo que emplearían los discapacitados verbales del responsable de contenidos, del redactor, del corrector (si es que aún existe tal figura), del locutor o del sursum corda, si la vivienda, el edificio o la finca pasto de las llamas fueran de su muy digna madre de ellos o mejor todavía, suyos mismos.
A continuación un informador local in situ, balbuceaba una explicación ininteligible de otros hechos, a base de titubeos, repeticiones, trabucamientos, desdecires y desoladoras miradas al vacío, adornándose eso sí la actuación con un nombre exquisitamente autonómico y aparentemente bien escrito (lo importante es lo importante) que comparecía a guisa de firma al pie del dolorido monitor.
Continuaba el alarde informativo con otra noticia y su subtítulo, donde podía leerse claramente “paragüas”, así con toda su portentosa diéresis, lo que me obliga a plantear si será más zote y bisoño el ignaro “profesional” que tecleó impune (y quien sabe si ya al borde mismo del ascenso) tamaña bestialidad o el potente sistema de corrección que nunca falta en estos paquidérmicos organismos en evitación del mal decir, sofisticado e infalible engendro no sé si on-line u on-the fly como le dirán, me figuro, y ésto ya sí en impecable castellano.
El mismo día, en la edición madrileña del periódico El País, en la página 56, sección de “vida & artes”, se podía leer el siguiente titular en una subsección de informática: “Un portátil a prueba de niños y que permite vigilar a sus padres”. Sin palabras. Y hablo, pienso, de dos de los medios informativos en castellano mejor considerados , los más prestigiosos y exigentes con la calidad de su propia información, donde se imagina uno que los castings de bustos, de loros, de “comunicadores”, de embalsamados, de gacetilleros y de plumíferos, incluso en sus niveles más elementales, hayan de ser exhaustivos, exigentes, feroces tal vez y, siquiera en alguna medida, intolerantes a fallos, je y rejé.
Para concluir, ya escrito lo anterior, al día siguiente por la tarde, es decir el 7 de Septiembre de 2008, llegaron las nueve de la noche y dio comienzo el telediario de la uno. Impasible, David Cantero principiaba el parte vespertino con otra nueva desdicha: un espectacular incendio...
Con un poco de buena voluntad y un ánimo dispuesto a no dejarse llevar por cualquier necio optimismo cuartelero o de escuelilla de maestría en fullerías y demás negocios, se puede conseguir estar cumplidamente mal, o siquiera a disgusto, en cualquier parte.
Esas personas desconocidas y con un careto que algo suena, que se ponen gafas de sol para pasar por conocidas.
Vida judicial. De costa a costa.
Gregueresca. A la cebra, para concebir el ajedrez, lo que le falta es una pareja apaisada.
La música goza de su muzak como la literatura de su letrujak.
No se puede negar que la obra de Dios es ambiciosa, pero también es cierto que desconocemos con que presupuesto contaría de entrada el gachó del arpa, como diría don Ramón José Sender, que eso igual algo nos aclaraba las cosas...
No hay cosa más irritante que esos educandos que acuden a un cursillo con la manifiesta intención de impartirlo.
Y además están esos otros que nacen ya sedientos de legión.
Habría que poder exigirle al amor lo mismo que a los mensakas... entrega inmediata.
Se ha escrito tanto sobre religión que al final el público terminará por creerse que Dios existe. Y si no, al tiempo.
Democracia. La inteligencia fue arrestada, procesada, condenada, degradada públicamente y finalmente relajada al brazo secular, que finalmente la pasó por las urnas.
A fuerza de estudio, trabajo, tesón, esfuerzo personal y un disciplinado maltrato a su prójimo finalmente le ascendieron a cerdo.
Historias centroeuropeas. Empezaron por Checoslovaquia y León, siguieron por Checoslovaquia la Vieja, continuaron por Checoslovaquia la Mancha, alumbraron por último Checoslovaquia la Nueva para acabar dando, y felizmente, en Chequia la Sola y Eslovaquia la Nada.
En mi casa se hace siempre lo que yo obedezco (Gabriel García Márquez).
Fuga de cerebros. Se marcharon detrás la tele y ya no se volvió a saber nunca de ellos.
Hay cada ego que a la que se cruza con un año lo más que se aviene es a llamarlo mes. Y gracias.
Ya desde bien pequeños conviene inculcarle a los niños principios políticos sólidos. El saber del escondite, por ejemplo. Cu-cu, tras-tras.
¿Cibersexo? e-namorados.
Jurídicamente parece ser que somos todos acémilas, sí, pero de pleno derecho y con la inalienable prerrogativa del libre acceso a anteojeras y claveles en la frente en las fiestas de guardar.
Leyes integrales de esto y de lo otro y de lo de más allá, es decir, sin miga alguna.
Nacionalismos. Y toda esta milonga acabará finalmente cuando el centro exija ser tratado también con ese mismo guante blanquísimo y sedoso que se destina al agasajo y el cumplido pajeado de periferias.
Curiosidades metamatemáticas. Aquellos que tratan de enderezar infinitos lo más que van a conseguir es un 8.
Problema es tenerse que esconder debajo de su cama. Problema más grave es tenerlo que hacer debajo de la cama de su hermana. Es dato biográfico pero hace ya tanto que casi ni me acuerdo de como salí con bien de aquella casa infernal de todos los diablos.
Cada vez se considera más imprescindible lo superfluo y más superfluo lo imprescindible. Dicho popular principio explica, por ejemplo, el éxito de Gran Hermano y el descrédito de la Seguridad Social, lo digo por el placer de ahogarle la risita a ese que ya se la estaba echando por la gilipollez...
Energías alternativas: ora con sol, ora con girasol, ora con sol, ora con girasol...
Iniciática: ceremonia propiciadora de graves crisis lumbares.
Mis malas relaciones con el confesor se han visto recompensadas con esta perfectísima indigencia plenaria.
Por no haber sabido celebrar el aborto ni legalizar el canibalismo las sociedades modernas tendrán que acabar resolviendo sus dificultades mediante procedimientos aún más expeditivos (Emile Cioran).
La Real Academia se ocupa de lo que nos va quedando del castellano, esa farfolla más conocida hoy en día como expañol.
En las sectas, al parecer, para lavarles el cerebro prefieren irles desnudando de cintura para abajo.
¡Ay la malaria!, esa enfermedad despiadada que se ceba con los malos cantantes de ópera.
Compañías tasadoras. Ora et valora.
El cine latino. Ese de las películas de romanos, entiendo. Con Javier Bardem de Juliano el Apóstata en la toma de Granada proclamando Cartago delenda est ante Calígula y su unicornio azul, Bucéfalo, y Penélope Cruz de Cleopatra, reina, virgen y mártir, madre de los Gracos, musa en la quema de Alejandría por Salomón de Atenas, originario de Hispalis, si no me equivoco. ¡Ah!, olvidaba a Antonio Banderas, de portaestandarte. Música de Sakira, a cappella con Raphael, arcángel.
Si algo es capaz de desencadenarme automatismos de verdadero furor y destrucción por los que mi mujer abandona la sala, mi hijo sacude la cabeza, abre las palmas al cielo y mira hacia el firmamento con los hombros encogidos mientros los vecinos horrorizados pegan los ojos a la mirilla o los oídos a la pared medianera figurándose quién sabe cuáles inhumanos maltratos, es cuando el busto parlante de turno concluye el informativo y espeta inverecundo: -Y ahora se quedan Ustedes con...– ante lo que mi respuesta reptiliana, instintiva e invariable es: –se va a quedar contigo tu p...ísima m... cacho c...ón– a modo de rugido de esos que tiembla el misterio, que el Señor me dio buena voz, y mientras cambio de canal enrojecido de ira antes de estampar brutalmente el mando en la mesita. Y éste sea tal vez el nimio motivo de ciertas miradas recelosas o de reproche que capto en el descansillo y de otras de conmiseración y de oculta complicidad que le dirigen a mi perpetua; y es que soy sin duda de esos ciudadanos, por llamarme algo, que peor sobrellevan esos abyectos imperativos disfrazados de consejo paternal, cómplice, amistoso, lelo y sonriente. Que una cosa es sufrir la programación en silencio y muy otra recibir órdenes de los mercaderes y en mi mismísimo templo, que hasta ahí podíamos llegar.
Hay que ver la de Watios para iluminarse que se gasta toda esta oscuridad tan repujada.
Se acercan las caritas encantadoras hacia la cámara aunque a tan corta distancia según más se le aproximan uno por uno, que al punto les hace parecer unos mostrencos abyectos y deformados mientras declaran: -A mi estudiar-, -a mi aguantar a los profesores-, a mí las matemáticas, -a mí la comida, -a mí los deberes-, -a mí madrugar-. Y lo que habían preguntado en el noticiero de ámbito nacional de Antena 3 Televisión en el día de regreso a las clases era: -¿A tí que es lo que menos te gusta del colegio?- Y lo que es cierto es que las criaturas bien supieron dejar claramente sentado el llevar antiguas lecciones ya perfectamente aprendidas. Todo un país con el dedo apuntado contra ese acontecer desdichado y terrible: la educación; y allí sus indefensas víctimas inocentes, como adultos preguntados después de un atentado, alzando sus voces maltratadas y acusadoras. Y en lo que a mí respecta, casi se me resbalaba una lágrima, como al Blasillo de Forges, y me acordaba de la Lengua de las mariposas y de la cara devastada e indescriptible de don Fernando Fernán Gómez en la escena final del filmo, y se me vinieron las ganas de iniciar un par de renglones sobre auctoritas, o sobre Giner de los Ríos, ya ven Ustedes pobre de mí, hoy en día, figúrense, que me llamarían nazi y fascista y estalinista o tal vez austrohúngaro y me mandarían recluir los propios amigos con camisa de fuerza y babeando y mordiendo y pataleando, que cada día me apetece más, y me apetece más, y me apetece más...